sábado, 29 de septiembre de 2007

RELIGIOSIDAD POPULAR Y DEVOCIÓN MARIANA


RELIGIOSIDAD POPULAR Y DEVOCIÓN MARIANA.

ASPECTOS TEOLÓGICOS Y JURÍDICOS.


1.-INTRODUCCIÓN.

Nos hemos preguntado con frecuencia sobre el origen de la devoción mariana en Andalucía y en nuestra diócesis.

¿Cómo, cuando y por qué nació con tanta intensidad esta devoción ?

¿Cuál es la razón por la que está revestida de unas características determinadas, fundamentalmente en su aspecto festivo?

¿Qué hechos explican que haya arraigado tanto en las gentes sencillas de nuestro pueblo hasta el extremo de que la imagen de María, en sus múltiples advocaciones, sea signo de identidad de muchos de nuestros pueblos y ciudades?

En el culto a María, el protagonista es un pueblo sencillo y un grupo de personas, integrado en una cofradía, que organiza las procesiones y, en ocasiones, atiende los santua­rios, donde suele estar durante la mayor parte del año la imagen de la Virgen.

La devoción a la Virgen no podemos separarla de los santuarios y de las cofradías, que son como el núcleo central que organiza y cohesiona la dimensión ritual y festiva de esta devoción. No podemos comprender plenamente el tema, sin tener en cuenta estos diversos aspectos. Por este motivo los vamos a tratar unitariamente.

Las explicaciones que se han dado al origen de esta devoción a María, en los escasos estudios publicados, han sido múltiples.

Debemos de agradecer las aportaciones que han hecho a este tema la ciencias sociales, ya que nos ayudan a comprender mejor este fenómeno religioso, en lo que tiene de cultural.
No obstante, no podemos olvidar la dimensión religiosa e histórica, ya que en ocasiones el análisis se hace partiendo de una determina­da ideología, que filtra los datos en una sola dimensión.


No obstante quiero resaltar que en la religiosidad popular aparece un rasgo propio de todas las religiones primiti­vas.­.El hombre se siente impotente y limitado tanto en relación a las fuerzas de la naturaleza como al mundo que le rodea...Vive el misterio. ­Necesita acudir al alguien que le libere en su impotencia y le dé lo que necesita....Cuando el hombre se siente enfermo, cuando tiene una necesidad o urgencia en su vida, cuando tiene un problema familiar, necesita acudir a alguien que le preste consuelo y ayuda. Ese alguien en las diversas culturas han sido los dioses y las diosas, no como seres abstractos, sino hechos carne en la cercanía de una imagen o símbolo. Por este motivo en estas religiones aparece una oración de petición más que de acción de gracias....

Cada cultura ha inventado su partenón de dioses y diosas, como nos explica la Historia de las religiones. En el cristianismo, por razones históricas y teológicas, la religiosidad popular ha quedado polarizada en torno a la figura de Jesús y de María. Con un acento especial: Se ha centrado más en los misterios de su pasión que en su resurrección gloriosa.

¿Ello es debido a que el andaluz vive obsesionado con el drama de la muerte, o es fatalista y sumiso como herencia de la cultura grecorromana o árabe?

Sin excluir otras explicaciones, la respuesta creo que hay que darla fundamentalmente desde la historia y desde la teología, como veremos posteriormen­te.

¿Cual ha sido la razón por la que la figura de María aparece con tanta fuerza en el cristianismo?
Me parece también que el origen habrá que buscarlo en razones de tipo histórico.
El espacio, la luz, el ambiente, la imagen, la alimenta­ción, la historia vivida y desgranada en el devenir de los siglos, configuran la vida del hombre y dejan unos rasgos imborra­bles en su ser personal..No obstante el hombre, aunque es historia, es libertad y no está atado a la historia, sino que él también hace y construye la historia.

2.-ASPECTOS HISTÓRICOS.

1.-La España precristiana.

Se ha querido relacionar la devoción a María con el culto a la Gran Diosa Madre, que se fue imponiendo en toda la cuenca mediterránea. Los Romanos, los griegos, los fenicios nos trajeron su galería de dioses y diosas: Artemisa, Diana, Artartés [1]. No obstante los romanos en su estrategia conquistadora, no arrincona­ron a los dioses indíge­nas. Para Fresedo Andalucía sigue siendo un reducto cerrado de los cultos de signo matriarcal [2] No creo, que pueda establecerse una relación entre estos cultos y el culto a María, entre otras razones, porque cuando se implanta esta devoción en el pueblo, el cristianismo está muy asentado y estos cultos habían ya desapareci­do, aunque quedaran algunas manifes­taciones en su dimensión festiva. [3]

En nuestra diócesis son muy conocidos los santuarios ibéricos del Collado de los jardines y de Castellar de Santisteban construidos respectiva­mente al pie de un acantilado y al abrigo de una gran cueva: "El estudio de los exvotos de estos santuarios indica que, en general, sus divinidades carecían de caracteres específicos y tendrían más bien unas características milagreras acusadas, pues a ellos acudían los devotos para pedir la curación de las enfermedades de los ojos, de los pies, de las piernas"[4] etc.
Estos santuarios eran lugar de encuentro en la celebra­ción de romerías y procesiones. Dice Ramón Menéndez Pidal al respecto: "La función social de estos santuarios debió de ser importantísima en la España ibérica y su prestigio rebasaría ampliamente el marco de la ciudad o tribu en donde se alzaban. A ellos acudían indistintamente devotos de todas las clases sociales (patente en la diferencia de exvotos), ya individualmente, ya en romerías anuales que, sin duda, existieron en estas zonas levantinas y del sudeste, cuya tradición se mantendrá viva hasta nuestros días. Creemos muy posible que una buena parte de las escenas pintadas en la maravillosa cerámica de Liria responden a romerías y procesiones a estos santuarios"[5].

En estos pueblos ibéricos se celebraban gran número de fiestas con motivo de los ciclos agrícolas y los solsticios veraniegos. [6]
Sin lugar a duda estas manifestaciones religiosas, coincidentes con los cambios de estaciones y con la siembra y recolección de las cosechas, va a incidir en el calendario litúrgico de las fiestas cristianas, como sustitución de las profanas.
Como sugiere Menéndez Pidal la dimensión festiva, que aún pervive en muchas de nuestras devociones populares, tal vez tenga su origen en este tipo de fiestas paganas. [7]

2.-La España cristiana.

La cristianizacion de España comenzó muy tempra­na..Según una antigua tradición, que es auténtica en su líneas generales y descansa sobre sólidos fundamentos [8] "siete varones, llamados Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio fueron consagrados Obispos por San Pedro y San Pablo, y enviados a predicar el evangelio a España"[9].

La Diócesis de Jaén debió ser evangelizada muy pronto , ya que al Concilio de Elvira, celebrado en Granada, hacia el año 300, asisten tres Obispos y cinco presbíteros: El Obispo Cammerinus y el presbítero Iulianus de Tucci (Martos), el Obispo Pardus, de Tucci (Martos), el Obispo Secundinus y el presbítero Turrinus, de Cástulo (Linares), el presbítero Maurus de Illiturgi (Mengibar), el presbítero Iune o Aiune (de Arjona), y el presbítero Clemente, de Ossigi (Mancha Real).

Esta evangelización, que empezó primeramente por las ciudades, debió extenderse rápidamente por el campo, ya que toda la Bética estaba plenamente cristianizada en el siglo IV.
Aunque hay pocos documentos sobre el particular, la influencia de Roma fue muy importante en este proceso de conversión, aunque no se descartan otros influjos provenientes de los mercaderes convertidos al catolicis­mo de otras regiones de Oriente o de África.
La liturgia hispana, en la medida que se va formando, ­tiene influencias ambrosia­nas, monásticas, bizantinas y gálicas, aunque poco a poco, a partir del siglo VII, va a ser más autóctona. [10] Es entendida por el pueblo y el pueblo participa en ella, princi­pal­mente en el sacrificio eucarísti­co, que es la base de la vida cristiana. [11]
Esta es, sin duda la razón, por la que en este tiempo no surgen devociones ajenas a la liturgia, que es viva y participada por el pueblo.
Empieza a nacer en la Iglesia primitiva una gran devoción a las reliquias de los mártires.

Posteriormente, una vez que el cristianismo se ha clericalizado en sus estructuras, en el pueblo sencillo nace la devoción a los santos trasfor­mados en imágenes, especial­mente a aquellos que murieron como mártires de la fe. Devoción que se incrementa de una manera especial en los siglos V y VI, levantándo­les santuarios y basílicas suntuosas. [12]
No obstante el pueblo sigue viviendo la vida litúrgica.

En el siglo VI ya aparecen en la liturgia las fiestas principales de la Virgen: La Anunciación, la Asunción, La natividad y la Purificación. En X Concilio de Toledo (656) se habla de la fiesta de la Asunción..Muchas iglesias y monasterios empiezan a dedicarse a María.
El Concilio de Efeso (431) la proclama la Madre de Dios.

Comienza a nacer el culto a María. "Resulta difícil determinar el lugar que tenía en la piedad cotidiana de los fieles de los siglos V y VI el culto a la Virgen María. Seguramente aún no había adquirido el magnífico desarrollo que alcanzaría en la Edad Media; Oriente se había adelantado a Occidente en los honores rendidos a la Madre de Dios. En cuanto al Concilio de Efeso, en el año 431, afirmó el derecho de María a ser así llamada; contra Nestorio, las basílicas consagradas a la Virgen surgieron en todas partes. El Papa Sixto II le dedicó la Basílica Liberiana de Roma. Pero hasta el siglo VII las festividades a ella consagradas siguieron siendo escasas. La festividad de la anunciación, el 25 de marzo, no es de antes de esa época. No obstante San Gregorio de Tours hace alusión a una festividad de la Virgen celebrada en la Galia en el siglo VI; cree saber que la Galia posee reliquias de María. Por otra parte, el martirologio jeronimiano indica el 18 de enero como fiesta, la fiesta galicana de la Depositio S. Mariae".[13]
Posteriormente la devoción a la Virgen tendrá un papel relevante en la liturgia mozárabe. [14]
La penetración del cristianismo se hace lentamente , ya que era difícil la erradicación de las religiones locales, tan arraigadas sobre todo en el campo .[15]
La inculturación es un proceso muy lento, aunque la consolidación del cristianismo en España es una realidad, una vez que se terminan las disputas arrianas y los visigodos se convierten al catolicismo .[16] Toda la vida eclesial gira en torno a los sacramen­tos. Funciona admirable­mente el catecumenado y el pueblo participa activamente en la vida litúrgica de la Iglesia: "La mera descrip­ción de la misa hispanovi­sigótica demuestra cumplidamente que su celebración resultaba una verdadera asamblea de fieles, continua­mente ligados a las ceremonias litúrgicas por una atención y un interés vivísimos, que daban a su continua partici­pación en las mismas un indudable calor de vida. [17]

Es una liturgia de rasgos originales, de extraordinaria belleza literaria, vigorosa y sensible al mismo tiempo. [18]

Pero será sustituida, a instancia de Gregorio VII, a partir de 1073, por la romana, con lo cual se va a reducir la participación activa de los fieles en la liturgia, especialmente en la misa, y su repliegue a las devociones particu­lares, como indicábamos anteriormente. Comienza el distanciamiento entre liturgia y entre pueblo. En Oriente no se produce este proceso.

Con el nacimiento en la alta edad media de las lenguas romances, los sacramentos siguen administrándose en latín y el pueblo se desentiende poco a poco de la liturgia, especialmente de la misa, que no entiende.

La Iglesia comienza a clericalizarse cada vez mas."Los laicos, dice Menédez Pidal, perdieron paulatinamente su interven­ción activa en los asuntos eclesiásticos, que en la época anterior eran, en buena parte, realizados por ellos; así sucedió con la designación del Obispo. El papel de los clérigos fue cada vez más preponderante, coincidiendo con la completa organización de las comunidades cristianas, territorialización de la diócesis y formación del régimen parroquial, como estaba sucediendo en el resto del mundo cristiano .[19]

3.-La invasión árabe.

El pueblo Andaluz ha convivido casi durante nueve siglos con la cultura romana. Ha asimilado plenamente esta nueva civiliza­ción, conservando, no obstante, algunos rasgos propios de lo que había sido una cultura estrictamente andaluza, en una simbiosis, que a veces es difícil de distinguir. [20]
Con la invasión islámica una nueva cultura y civiliza­ción va a cambiar el rumbo de ese proceso de integración, con los aspectos positivos y negativos que va a dejar, incluso en los hábitos de comer.

La invasión islámica, que va durar desde el año 711 al 1492, a pesar de una cierta tolerancia en algunos momentos de su historia, va a estar marcada, en ocasiones por la persecución y el martirio, y la mayor parte de las veces por las vejaciones, la intolerancia diaria, la negación de muchos derechos, o el aumento excesivo de los impuestos.

Comenta Claudio Sánchez Albornoz: Varias décadas de persecuciones, cuatro siglos de opresión fiscal y política y otros tantos de continuas apostasía, para abrazar la fe de los dominadores y gozar de sus privilegios, no habían extinguido la mozarabía en Al-Ándalus. Cuando Alfonso VI conquistó Toledo en 1085, halló en ella numerosos mozárabes muy arabizados sí, aljamia­dos, que continuaron escribiendo durante más de un siglo en caracteres arábicos en lengua romance, pero muy fieles a sus viejas tradicio­nes"[21].


4.-Siglo XIII.

En el mundo cristiano no invadido por el Islam, a partir del siglo XI se produce una irrupción de la devoción mariana, cambiando incluso muchos santuarios de titularidad, anteriormente dedicados a los Santos [22].
La nueva realidad a la que había llegada España en el siglo XII, repercutió necesariamente en la organización eclesiásti­ca y una vez que la reconquista, en el siglo XIII, ha ido avanzan­do, en los lugares que habían estado dominados por el Islam, empieza a renacer con un nuevo fervor la vida cristiana. Se restaura la diócesis de Baeza (1228) que se va a trasladar a Jaén a los pocos años (1246) y la de Córdoba 1236), que quedan incorpora­das a Toledo.
Una vez conquistadas Sevilla (1248) y Córdoba los misioneros castellanos invaden Andalucía y la recristianizan de nuevo, trayendo sus nuevos modelos y costumbres religiosas. [23]

Es a partir del siglo XIII, cuando empieza en todo el mundo cristiano, una intensa devoción a los Santos y a María y el nacimiento de las Cofradías, que van a ser el substrato de esta nueva religiosidad popular, y que va a perdurar hasta nuestros días. [24]
El cristianismo ha superado las esferas de lo clerical para ser la fe vivida por un pueblo.

A partir del siglo XIII la historia y la geografía, el trabajo, la ciencia, la vida privada, todo pertenece a los santos que están presentes por todos lados, siempre como amigos, protecto­res, intercesores ante Dios [25].
En estos momentos nace el santoral y el patronazgo de los santos sobre las ciudades y oficios. [26]

Sobre todas las devociones, brilla de una manera especial la devoción a María.

Gonzalo de Berceo, muerto en 1246, canta Los milagros de Nuestra señora, Loores de nuestra Señora y duelo en la pasión de su Hijo.
Alfonso X el sabio compuso también temas marianos en sus cantigas, algunas de las cuales se cantaban en las Iglesias.
A nivel más teológico San Alberto Magno escribe su célebre obra De laudibus Beatae Maríae y posiblemente San Buenaven­tura el Speculum beatae Mariae.
María ya no es sólo la Madre de Dios, sino que es la madre de misericordia.. Los misioneros castellanos, que vienen a Andalucía, terminada la conquista, van a sembrar esta devoción en toda Andalucía. La devoción mariana va a prender más en Andalucía que en otras regiones de España.
 ¿Cual es la razón? Es que existía en el pueblo andaluz, una predisposición en su cultura, para que se encarnara con tanta fuerza en las venas del pueblo?
Es difícil de responder, aunque tal vez el motivo no sea tan complicado, y la razón única sea el fervor religioso de aquellos misioneros, fervorosos devotos de María, que sembraron en el pueblo ese amor a María, que ellos habían aprendido en sus claustros y monasterios.

Santo Domingo y los dominicos van a popularizar el rezo del Santo Rosario y la devoción a la Virgen del mismo título. [27]
En esta iconografía dejará un impacto muy fuerte el barroco. [28]

En el Renacimiento lo religioso se interioriza y se ve con un sentido más crítico todo este entramado de devociones.

El Concilio de Trento, frente a los protestantes, favorece las devociones del pueblo: Romerías, procesiones, reliquias, culto a los imágenes de los santos etc.
En la exaltación del barroco nuestras iglesias y templos se dedican a María. Se construyen retablos y camarines, como dosel y fondo de las imágenes de María bellamente vestidas y coronadas.

La devoción a la Virgen experimentó un cierto declive,­ debido a las corrientes filosóficas de los ilustrados, y a las doctrinas jansenistas que eran poco favorables a esta devoción .[29]


5.-El nacimiento de las Cofradías.

La vigencia y fervor de estas devociones va a dar origen al nacimiento de las Cofradías, que van a ser como el grupo que dirige y cohesiona las actividades de esa religiosidad popular, que comienza a desconectarse de la vida litúrgica, que ya no entiende.
Es a partir de este momento, cuando va a nacer este nuevo fenómeno, que va a tener unas característi­cas determinadas en toda Andalucía, no sólo en el campo religioso, sino en el civil, ya que nacen cofradías gremiales con fines meramente mundanos.
No obstante, este fenómeno no es exclusivo de Andalucía, como a veces se cree. Basta con haber visto la concentración de cofradías en el año jubilar de Roma el año 1884 para comprender que se trata de un fenómeno, que en este momento existía también en toda Europa.

Los antecedentes los encontramos en los colegios privados o asociaciones libres del derecho romano, que estuvieron vigentes en todo el ámbito dominado por Roma.

Su origen se remonta al comienzo del siglo XI, cuando empiezan a formarse grupos de fieles en torno a los monasterios.

Los nombres que reciben son muy variados: Fraternitas, Confraternitas, confratia, colligationes, coniurationes, solidari­ta­tes, congrega­tiones, collegia, societates etc.
Estas cofradías tienen unos fines religiosos o profesio­nales y gremiales o mixtos, y se constituyen bajo la advocación de unos de los misterios de Cristo o de algún Santo o de la Santísima Virgen María. [30]

Nacen de una manera espontánea, sin la intervención de la jerarquía.
Canónicamente no necesitan una aprobación especial del superior, ya que se trata de fines lícitos.

No obstante, posteriormente por los abusos que empezaban a existir, en un Sínodo de León, de 1267, se establece: Stablecemos que no se fagan cofradías sin mandato ni otorgamiento del Obispo. Et quien fezier tales cofradías, non valgan, et perderam lo que meten en ellas. [31]
Desde este momento la religiosidad popular y las cofradías van a estar íntimamente unidas, aunque el concepto de religiosidad sea más amplio y complejo y no esté siempre en íntima relación con ellas.

La primera Cofradía mariana parece ser que tuvo lugar en Grecia, en la ciudad de Neopatria. [32]

En los siglos XII al XIV las cofradías de penitentes toman un auge especial bajo el impulso de las órdenes mendicantes. El grupo inicial de San Francisco es llamado los penitentes de Asís, por devoción a la pasión del Señor. Las cofradías de disciplinantes o disciplinados tienen un gran auge en Italia, en la península ibérica estas cofradías se crean bajo la advocación de la Veracruz. [33]
Inocencio III fundó las Cofradías del Espíritu Santo, cuya finalidad va a ser la atención a los hospitales, a los pobres, a los enfermos, a los presos y condenados a muerte. [34]

A partir del siglo XV proliferan las Cofradías del Rosario.
En el siglo XVI nacen los oratorios, que van a dar un impulso a la vida espiritual de los cofrades, y dar una gran importancia a la asistencia a los pobres y peregrinos.
La terminología que empieza a prevalecer a partir de esta época son cofradías y hermandades, como sinónimos en su origen. Posteriormente el nombre de cofradía se aplica a las de semana santa, que a su vez se llaman de pasión, de penitencia y de gloria. Tomarán mucho auge también las sacramentales, que estaban contempladas en el Código del 17.

La Cofradías empiezan a declinar en el siglo XVII con la venida del iluminismo. Muchos de los bienes que había acopiado a través de los siglos son confiscados. En Italia el Estado en 1886 confiscó los bienes de once mil cofradías.

La amplia iconografía de sus patronos va a quedar, como una patrimonio histórico-artístico, escupida por los mejores artistas de cada época.

En este largo y fluctuante caminar el marco jurídico de las cofradías se ha ido perfilando y perfeccionando hasta el extremo que es asumido por el Código del 17.
Los fines de las Cofradías de tipo religioso, además de los específicos o devocionales, son el culto a los patronos locales o a la Virgen, los sufragios a las almas del purgatorio, la piedad, la caridad en la atención a los pobres o la fundación de hospitales. Para las cofradías de semana santa la commemoración de los misterios de la pasión y muerte del Señor durante la semana santa y para las patronales las procesio­nes y las peregrina­cio­nes, cuando la advocación tiene un santua­rio.
Es deber de los cofrades visitar a los enfermos, acompañar al viático y asistir al entierro de los hermanos difuntos, y participar de los sufragios.

Merece un relieve especial el espíritu de fraternidad y amistad, que queda minuciosamente determinado en los estatutos.

Está muy acentuado el sentido democrático, ya que la admisión depende del voto mayoritario de los miembros...De­ben prestar juramento ante los cofrades de cumplir los estatu­tos.

En cuanto a la estructura jerárquica los jefes reciben una gama de nombres distintos según el lugar y el tiempo: Prebos­te, prior, camarlengo, procurador, maestro, gobernador, abad, hermano mayor, cuyos distintivos e insignias son muy variadas y coloris­tas según la nación, la región o pueblo.
Existen unas juntas y la asamblea general que se suele reunir una vez al año y en los actos litúrgicos asigna­dos. El capitulo o asamblea general aprueba los gastos y señala la tasa anual, elige al preboste, reprende y propone la expulsión de los que o no cumplen con las obligaciones o han escandali­zado a los hermanos, se preocupa de los que tienen alguna necesidad, impone multas etc.
Estas cofradías, en ocasiones entran en conflicto, con la autoridad parroquial, sobre todo, cuando empiezan a situarse al margen de las parroquias, dirigidos por las órdenes mendicantes.


3.-LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN EN NUESTRA DIÓCESIS.

La gama de advocaciones a la Virgen en nuestra diócesis hay que situarlos en estos antecedentes históricos que hemos expuesto con anterioridad...La mayor parte de estas devociones nacen en los siglos XV y XVI. Los perfiles propios de cada cofradía va estar configurados por los antecedentes históricos de cada localidad, abundando las tradiciones de apariciones, encuentros casuales de una imagen escondida etc..
Es en estos siglos, cuando nacen en nuestras diócesis la mayor parte de nuestras cofradías.
La devoción a la Virgen de la Cabeza es la más antigua. Nace con motivo de la aparición de la Virgen, como cuenta la tradición, al pastor de Colomera el 12 de agosto de 1227. La Cofradía se constituye en 1245 y las obras del santuario se iniciaron según parece el 1287. La romería remonta al Siglo XIV.

Esta Cofradía y otras bajo la misma advocación se van a extender por la diócesis de Jaén y otras diócesis de España.

María, bajo diversos títulos de pasión, se va a procesio­nar durante la semana por todas las calles de nuestra diócesis: Vir­gen de los Dolores, de las Angustias, de la Amargura, de la Soledad etc.

Aparece en nuestro pueblo una serie de advocaciones que está muy liadas al poder casi omnipotente que se da a María.
María es el refugio, el remedio y el consuelo que buscan los giennenses en su trágica existencia. En una gran parte de pueblos Jesús Nazareno y María son los patronos.
Nuestros paisanos la invocan, bajo la advocación de las Mercedes (Alcalá la Real -Fuensanta de Martos), de la Paz (Beas de Segura-Chilluevar), de la Consolación (Castellar-Torredonjime­no), de la Cruz (Cazalilla), de los Remedios (Ibros- Jimena), de la Victoria (Martos), de la Encarnación (Peal de Becerro), y de la Misericordia (Torreperogil).

En otros lugares, la devoción a la Virgen, se presenta en relación a un lugar: De la Capilla (Jaén), de Linarejos (Linares), de Lorite (Lupión), de la Estrella (Navas de San Juan), de Belén (Noalejo), de la Villa (Martos), de las Nieves (Pegalajar), de Alharilla (Porcuna), de Tiscar (Quesada), del Collado (Santiste­ban), de Guadalupe (Ubeda), del Castillo ( Vilchez), de la Fuensanta (Villanueva del Arzobispo), de Zocueca (Bailén), de Cuadros (Bedmar),y de Nazaret (Chiclana).

Pero quizá los títulos y las advocaciones más repetidas sean los de la Inmaculada o Purísima Concepción y la Asunción de María Santísima a los cielos.

Los Dominicos, implantados en Jaén con su universidad en el siglo XVI, extendieron ampliamente la devoción del rosario por nuestra geografía. Son ocho los pueblos que tienen como patrona a María bajo la advocación del Rosario .[35]


4.-DIMENSIÓN FESTIVA.

Una de las características de estas devociones es la dimensión festiva que se manifiesta en las romerías a los santuarios marianos, como ampliamente han dibujado los antropólo­gos. En ellos se encuentra el pueblo después de un largo camino, a veces a pie. Las familias se reúnen y gozan de las típicas comidas tradicionales de cada pueblo, con un ritual que viene de siglos. Estas romerías, en ocasiones, pierden el sentido religioso y terminan en orgía o borrachera. [36]
Por la tarde, unos activamente o otros al paso del cortejo procesional contemplan el paso de María, con alegría y las lágrimas en los ojos. El pueblo, con una liturgia y unos símbolos­, a­copiados en paso de los siglos, ha ido dando un colorido especial a esta manifestación religiosa...El Trono de María, con su resplandor de plata, sus luces, adornado de claveles o gladiolos etc. El caminar lento de los cofrades entre las filas del pueblo, con sus cetros y varas en la mano como símbolo de su autoridad. Las autoridades civiles y las distintas representaciones situadas en un lugar preeminente, resaltando la dimensión política. En todo el camino un río de cruces, estadales, estandar­tes y medallas, de incensarios y ciriales, de banderas, y de rosarios etc.

Todos caminando al ritmo de la música de la banda del pueblo. Un Ritual que viene repitiéndose año tras año desde siglos.
Esta dimensión festiva es sin duda un elemento cultural, en el que se encuentran y al que asisten, incluso los no creyen­tes...Estos elementos culturales forman un entretejido de tradicio­nes múlti­ples, que configuran los hábitos y hasta el mismo ser del pue­blo....

Nuestro pueblo salta de júbilo, ante la manifestación de este espectáculo. Espectáculo lleno de arte y belleza plástica, porque nuestros Cristos y nuestras Vírgenes han sido hechas por los mejores imagineros de cada época..

Estas manifestaciones son evidentemente una catequesis para el pueblo, plasmada en una variada simbología, pero, si el símbolo no nos lleva al Cristo viviente, que nos señaló un camino y una forma de entender la vida, sería un rito o puro formalismo, por mucho valor estético, que nos produzca el paso procesional de una imagen de Jesús o de la Virgen.

El Papa, con relación a este tema, dice: Para esta finalidad apostólica (evangelización) puede y debe servir también el imponente patrimonio artístico acumulado por las cofradías en sus oratorios e iglesias; la gran cantidad de hábitos , insignias, imágenes, cru­cifijos, con las cuales intervienen las cofradías en funciones y procesiones sagradas: la incidencia que todavía hoy pueden tener las manifestaciones de las cofradías, no sólo en la esfera de la práctica religiosa, sino también en el campo del folclore inspirado en la tradición cristiana: todo puede y debe servir para el apostolado eclesial, especialmente litúrgico y catequístico."[37]

Las peregrinaciones a los santuarios marianos son lugar de encuentro entre las familias y de oración, siendo frecuente el aspecto festivo.


5.-SIGNO DE IDENTIDAD.

La religiosidad popular, sobre todo en torno a la devoción a María es signo de la identidad de un pueblo o de una región...En las cofradías de semana santa el Cristo o la imagen mariana no es normalmente signo de identidad de una pueblo o ciudad.. Puede serlo de un barrio o de un grupo o clase, pero no de todo un pueblo. La devoción a la Virgen, cuando está muy arraigada en un pueblo, tie­ne no sólo un aspecto religioso sino un substrato cultural, que ata y une al devoto de tal suerte a su región o tierra, que es el único lazo que no se rompe y le une a sus raíces..Con frecuencia se encuentra uno con personas, que después de haber perdido toda práctica religiosa al trasladarse a otra región, no han perdido esta relación...Recuerdo, en concreto, a varios emigrantes visitados por mi en diversos lugares de Francia, con actitudes bastante críticas a la Iglesia institución, que sacaban de su cartera la imagen de su virgen, conserva­da junto con los retratos de su esposa e hijos...Era el único vínculo religioso que les quedaba, aunque tal vez estuviera mezclado con cierta superstición o primitivismo..También recuerdo el gesto de aquel alcalde en nuestra guerra civil, que le advertía a uno que iba a trasladar al Cristo de la Ermita al Ayuntamiento, que respondía con su vida, si al Cristo le pasaba algo en el camino.
La Virgen negra de Chestokowa identifica a todo un pueblo como el polaco, y la Virgen de Guadalupe al mejicano.


6.-POSTURA DESDE LA TEOLOGÍA.

Conocemos en sus grandes líneas qué han sido las cofradías en el pasado, con sus luces y sombras, ahora podemos preguntarnos de cara al futuro qué deben ser las cofradías y esta religiosidad popular, teniendo en cuenta las sugerencias del Concilio Vaticano II y las orientaciones del Código de Derecho canónico.

1.-Después del Concilio Vaticano.

a.-Corriente radical.

Después del Concilio hubo un reacción muy fuerte en contra de la religiosidad popular y las cofradías.
La impugnación se presenta desde distintos ámbitos.

La discusión tan viva sobre el cristianismo de masas y minorías, está en el fondo de la polémica [38].
En el ambiente postconciliar se mira con bastantes reservas la religiosidad popular. Para esta línea de pensamiento la fe tiene que estar personalizada, y no hay una religión auténtica si no tiene como soporte una fe, que lleva a la conversión, al discernimiento personal, a la oración, al compromiso ético, a la adhesión de unos valores auténticamente cristianos. La adhesión personal de la fe y el sentido comunitario del cristianismo sólo se puede vivir en un ambiente fraternal, donde la reflexión evangélica y el consiguiente compromiso, y la ayuda mutua sean posibles.
Para J.J. Jossua "un cristianismo de masas no es posible sin una revalorización de la categoría de lo religioso y de lo sagrado, destinada a servir al mismo tiempo de marco o de medio de expresión para la fe personal y de sustituto de ésta, cuando ella es imposible.......No hay cristianismo sin adoración"[39].

A estos autores les cuesta trabajo armonizar la religio­sidad popular con la afirmación conciliar de que " no puede edificarse una comunidad cristiana sin tener por raíz y centro la celebración de la Santísima eucaristía"(PO 6).
Para el mismo autor "afirmar que unos hombres, gracias a la práctica, a las devociones etc. puedan ser cristianos un poco al menos sin tener acceso a la fe de la conversión, no es decir nada. Serán tal vez religiosos , pero no cristianos. Ahora bien, lo que queremos en materia de cristianismo popular no es el consuelo de la religiosidad, sino la esperanza de la fe."[40]

En Granada esta postura, con un fervor casi iconoclasta, toma un gran auge, como consecuencia de la renovación litúrgica en el grupo de los llamados tiratapias. Este grupo de sacerdotes aún antes del concilio, mantienen una postura muy crítica con estas manifesta­ciones de la religiosi­dad popular.
Uno de los protagonistas describe esta situación :"El motivo principal de nuestra actuación era buscar una religiosidad más auténtica, superar la religiosidad meramente externa e insistir en la vida sobrenatural, vivir en gracia, recibir con autenticidad los sacramentos......La situación religiosa invitaba a este espíritu combativo: La devoción del pueblo, que se conside­ra­ba cristiano, es­taba centrada en el Patrón, sin preocuparle en absoluto de la justicia, de la misa dominical, y de la coherencia con los sacramentos que celebraban.....
Las tradicionales devociones y costumbres socioreligiosas se suprimieron, cambiaron o se suplantaron por otros actos piadosos. Las imágenes de los santos e incluso sus procesiones se minusvalo­raron y en algunos casos se suprimieron. "[41]

En la actualidad la discusión se presenta con menos virulencia y con acentos distintos...No hay un ataque frontal contra la religiosidad popular, aunque se percibe que la evangeli­zación tienen que tener un ámbito más globalizante.
La sensibilidad ante este fenómeno religioso será distinta para los que defienden un cristianismo de presencia o de mediación...
Estos términos fueron acuñados por el teólogo napolitano B. Forte en su intervención en el Congreso de la Iglesia Italiana en Loreto (1985).[42]
La diferencia entre ambas concepciones estribaría en el modo de concebir la relación entre fe y vida cristiana, entre fe y cultura, entre fe e historia.
En un cristianismo de presencia, se propugna una presencia militante de la Iglesia en el mundo con sus instituciones pro­pias: Colegios, universidades, periódicos, emisoras de ra­dio...Se trata de una cierta vuelta a la cristiandad en una sociedad democráti­ca....Esta tendencia apoya evidentemente sin reticencias la religiosidad popular, ya que es como el tejido social de una sociedad, que se proclama cristiana.

Para los que defienden un cristianismo de mediación la fe no sugiere un modelo concreto de sociedad, sino que la labor del cristiano es impregnar y ser fermento del evangelio en todos los ámbitos del mundo, sin la tentación de crear una nueva cristian­dad, o bien apartándonos del mundo o transformándonos en un nuevo ghetto o secta.
Este cambio de sensibilidad viene expresado por Cristian Parker: Hasta no hace mucho una parte de los intelec­tua­les, hijos de la modernidad ilustrada, veían en la religión del pueblo puros pre­juicios, supersticiones y atavismos, componentes ilusorios de una conciencia enajenada, que debían ser superados por una crítica racional.[43].
En esta nueva posición la religiosidad popular hay que articularla en un ámbito más amplio de purificación y evangeli­zación. No se mira desde la radicalidad inicial, ya que, por los valores que encierra, el pueblo, según un teólogo, es un terreno más abonado para la evangelización: La compasión les hace más sensibles a las necesidades ajenas, les lleva a compartir lo poco que les queda, les hace hospitalarios y agradecidos...¿No es esta la tierra abonada para que el anuncio del evangelio produzca el ciento por uno? El repaso de estas virtudes populares testimonia que el evangelio ha prendido ya y que el pueblo pobre y sencillo evangeliza a quienes se acercan a él en una actitud de escucha humilde. Si la religiosidad popular no coincide exactamente con la buena noticia de Jesús ni con las exigencias del reino, no es culpa del pueblo, sino de una evangelización ausente o deficiente. [44]



b.-Postura de desprecio.

Para otros la religiosidad popular es magia, prejuicio, atavismo y superstición, y hay que procurar erradicarla. La religiosidad popular es utilitarista en sus peticiones y busca la satisfacción de los deseos o conveniencias del devoto, como fin único y principal...Se busca el consuelo alienante, sin ninguna preocupa­ción ética. La religiosidad popular aliena al hombre y le impide tomar decisiones serias para la trasformación del mun­do..Pertenece a lo arcaico y primitivo. Le empuja al fatalismo propio de la cultura de la pobreza y a la resignación e inoperan­cia, al sentirse consolado y a la vez tarado por este consuelo. La oración es de petición y no de adoración o acción de gracias.
Esta magia y superstición están tan metidas en el pueblo que el carácter interce­sor de los Santos y de la Virgen ha sido asumido por los curanderos andaluces hasta el extremo que, en sus despachos de recepción de los enfermos, aparece la más variada iconografía religiosa, con la esperanza, de que sus poderes mágicos y curadores, se vean incrementados con su intercesión. [45]

c.-La teología de la liberación, que inicialmente no acogió con buenos ojos este tipo de religiosidad, cambió de postura y comprendió que una religiosidad popular trasformada podría ser un gran medio para la evangelización y la liberación del pueblo....
Para la teología de la liberación, Jesús, con su muerte y pasión, nos liberó del pecado.­.Este Jesús liberador, en un cambio de mentali­dad., debería ser el paradigma de las luchas del pueblo oprimido, que trabaja por la liberación humana en contra de una sociedad opresora.
La nueva hermenéutica sería la presentación de un Jesús que padece y muere para expiar los pecados del hombre y que nos invita a luchar y a no quedar cruzados de manos ante las injusti­cias que padecen los pobres y oprimidos.
Estas nuevas categorías y símbolos trasformarían las actitud pasiva, resignada y fatalista de nuestro pueblo.[46].

d.-Reactivación de la religiosidad popular.

Últimamente se ha intentado desde distintos ámbitos revitalizar la religiosidad popular. Jean Delimeau afirma :"Por parte de los sociólogos el padre Bonnet[47] afirma que nadie cree ya que popular sea sinónimo de primitivo o degenerado, ni que la religión popular sea más o menos ortodoxa que la de las élites. Y el Padre Pannet hace esta observación de peso: Ni élites sin una masa de popular, ni clero sin pueblo, lo cual invita a concluir , para el presente y para el pasado, que la forma oficial y doctrinal y la forma popular del cristianismo no están separadas ni son independientes la una de la otra" [48].
A partir del año 1975 se ha multiplicado los estudios sobre la religiosidad popular, con estudios muy interesantes desde el campo de la antropología, de la psicología, de la historia, de la teología etc.
A nivel oficial se ha tratado el tema a diversos niveles.
Hasta los políticos muestran gran interés por el tema.


7.-ORIENTACIONES OFICIALES.

1.-Obispos americanos.

La primera toma de conciencia del grave problema es en los documentos de Medellín, en el que los Obispos constatan el grave peligro de no incorporar la religiosidad popular, en la que encuen­tran una enorme reserva de virtudes cristianas, al nuevo movimiento renovador del Concilio, aunque comprenden sus limita­ciones: "Esta religisidad, dicen los obispos, más bien de tipo cósmico, en la que Dios es respuesta a todas las incógnitas y necesidades del hombre , puede entrar en crisis, y de hecho ya ha empezado a entrar, con el conocimiento científico del mundo que nos rodea. [49]
Para los Obispos en un bello pasaje esta fe imperfecta,­ es necesario renovarla y trasformarla para que sea más personal y comunitaria:"Sin romper la caña quebrada, y sin extinguir la mecha humeante, la iglesia acepta con gozo y respeto, purifica e incorpora al orden de la fe los diversos "elementos religiosos y humanos", que se encuentran ocultos en esa religiosi­dad como "semillas del Verbo" y que constitu­yen o pueden constituir una "preparación evangélica"[50].
El documento de Puebla (1979) vuelve a retomar el tema, y a pesar de que reconoce sus aspectos negativos y deformaciones, hace esta afirmación: La religiosidad popular no sólo es objeto de evangelización, sino que ella misma, en tanto en cuanto contiene encarnada la palabra de Dios, es una forma activa con la que el pueblo se evangeliza continuamente a si mísmo. [51]

2.-Pablo VI, comprende las limitaciones de la religiosi­dad popular: Deformaciones religiosas, supersticiones, peligro de trasformarse en secta, manifestaciones con fondo sólo cultural.
Pero con una profundidad admirable describe y canta la vertiente positiva de esta religiosidad: "Pero cuando está orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios que sólo los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos de Dios: La paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción. Teniendo en cuenta estos aspectos, la llamamos gustosa­mente piedad popular, es decir, religión del pueblo, más que religiosidad" [52].

Juan Pablo II en sus múltiples viajes desea una reactiva­ción de la religiosidad popular: Pienso en las devociones que, en ciertas regiones, practica el pueblo fiel con una fervor y una rectitud de intención conmovedores, aún cuando, en muchos aspectos, haya que purificar, o incluso rectificar, la fe en que se apoyan. [53]

3.-Los Obispos de Sur de España, en el mismo año, tratan el tema. Reconocen que se trata de una verdadera fe, aunque incipien­te e inmadura [54].
El en año 1985 vuelven a publicar otro documento titulado El Catolicismo popular. Nuevas consideraciones pastorales.
En estos documentos después de reconocer las limitaciones de la religiosidad popular, la gran estima de lo devocional, la poca sensibilidad hacia los misterios de la resurrección y la presencia viviente de Cristo y de su Espíritu en la Iglesia, constatan la urgencia de una purificación y educación en la fe evangélica y eclesial.
Muy acertadamente hacen un llamada a los agentes de pastoral para que ayuden en este proceso, pero les advierten que deben hacerlo con mucho tacto y prudencia: La renovación evangéli­ca y las reformas litúrgicas, catequéticas, pastorales etc., deben abstenerse de imponer al pueblo formas prefabricadas por círculos minoritarios según sus esquemas teóricos. Han de esforzarse por responder a las exigencias religiosas populares, conectadas a la vez con la realidad del Misterio que se les comunica y con su vida real. Es así como el pueblo tendrá libertad religiosa para hacer brotar nuevas formas de expresión auténtica­mente evangélicas y eclesiales como populares.
Cuando la Iglesia se propone evangelizar estas realidades populares, no trata de reducirlas a moldes teóricos y prácticos para recuperar así sobre las masas un control que se hubiera debilitado, sino que trata de potenciar y de liberar su verdad y su creatividad, y ayudarles a recobrar su identidad religiosa y su más auténtico y profundo ser popular. [55]

El 18 de octubre de 1988 los Obispos del Sur sacan a la luz pública un documento sobre la Hermandades y Cofradías. Al margen de otros aspectos que no nos interesan, se proponen tres objetivos para la renovación de las Cofradías:

El nacimiento de una fe más misionera y expansiva.

Una fe más fundada e ilustrada por un proceso catequético permanente, alimentado por los sacramentos, y que sea testimonio y fermento de trasformación de la sociedad.

Más eclesial, en cuanto que dentro de las hermandades debe vivirse la fraternidad y la comunión, y a su vez estar abiertas a la iglesia particular y a la parroquia, con todas las exigencias que ello comporta. [56]

La Conferencia Episcopal Española trata el tema y aduce las razones por las que el tema es de sumo interés: El atractivo que despierta la piedad popular se pone de manifiesto en el interés con que la estudian las ciencias del hombre, la teología y la pastoral. Este atractivo coincide con el declinar parcial de la secularización,; a la que sucede la seducción del espíritu, lo que el Sínodo de los Obispos de 1985 ha llamado vuelta a lo sagrado, o sea, los signos de una nueva hambre y una nueva sed hacia las cosas trascendentes y divinas. [57]

4.-La Comisión teológica internacional, en 1978, aborda el tema, con menos optimismo que los Obispos. Antes de resaltar los aspectos positivos, se fija en lo negativo: "No pocas veces han sido denunciados los límites de la religiosidad popular. Tiene origen en un cierto simplismo, que es fuente de varias deformacio­nes de la religión y a veces de supersticiones. En este caso se queda a un nivel de puras manifesta­ciones culturales, sin que sean una auténtica adhesión a la fe y expresión de un servicio al prójimo. Mal orientada la religiosidad popular puede también conducir a la formación de sectas y poner en peligro la verdadera comunidad eclesial. Puede correr el peligro de ser manipulada por los poderes políticos o por fuerzas religiosas extrañas a la fe cristiana"[58].

Esta nueva declaración de los teólogos es más bien reticente, con relación a los documentos anteriores, ya que no ve clara la conexión entre la religiosidad popular y una adhesión seria a la fe, que sea expresión del servicio del prójimo.
Hace otras dos afirmaciones: Que se pueden trasformar en secta y, al quedarse en pura manifestación cultu­ral, ser objeto de manipulación política.

8.-ACTITUDES PASTORALES.

1.-Desde una postura conservadora.

No es necesario ni cambiar ni renovar nada, ya que es el producto de una larga tradición, que es necesario conservar. Es necesario tomar una actitud de defensa y resistir al oleaje de secularismo, ateismo y laicismo que nos invade.


2.-Desde una concepción liberadora.

La actitud pastoral ante el problema, estará en función de los diversos enfoques que cada uno dé a la eclesiología. [59]
Para una concepción liberadora, como afirma José Antonio Estrada, la trasformación de la religiosidad es compleja: "Al ser una amalgama de elementos cristianos y de su cultura configu­rante no se puede ni asimilar, ni integrar, ni trasformar en todas sus dimensiones y ámbitos. Pero si podemos reforzar y potenciar algunos de ellos y debilitar otros, en una palabra, actuar sobre una religiosidad encauzándola en una línea humanista, liberadora y cristiana." [60]

Sería necesario la presentación de una nueva cristología, Tendríamos que preguntarnos...¿Que sentido tiene la pasión?
La respuesta es clara: Sólo es posible una celebración correcta de la pasión cuando se está dispuesto a seguir a Cristo en su praxis liberadora, que fue la que le llevó a la cruz, y a poner con él en cuestión los antivalores sociales que oprimen al hombre. Desde ahí habla la teología latinoamericana de una pasión que continúa, en la que la memoria de su pasión se convierte en símbolo de libera­ción. [61]

Para el autor, con el cambio de esta perspectiva cristológica, se cambia automáticamente la mariología: Ya (María) no necesita protegernos de Dios, y se hace innecesario divinizarla para humanizar y acercar al Dios trascendente. [62]

2.-Desde una teología integradora.

a.-Actitud de respeto, compresión y paciencia ante la religiosidad popular como aconseja Pablo VI: Ante todo, hay que ser sensible a ella, saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables, estar dispuesto a ayudarla a superar los riesgos de su desviación."[63]

b.- El tema de la religiosidad popular no se puede desvincular del tan traído y llevado problema de la relación existente entre fe y sacramentos, que tanto preocupa a los pastoralistas. La manifestación de la religio­sidad popular no queda restringida al aspecto ritual o cultural de las cofradías, sino que invade otros ámbitos de la vida cristiana[64]: La celebración del bautismo y del matrimonio, las primeras comuniones, la liturgia de los muertos etc. [65]

Si no se refuerza esta relación entre fe y religiosidad popular, quedaría evidentemente relegada a un aspecto estrictamen­te cultural..

Pero en el pueblo cristiano hay ciertamente una fe cristia­na, tal vez imperfecta y poco ilustrada; mas esta fe, funda­mental en su núcleo esencial, encierra vivencialmente una serie de valores que provienen de una tradición cristiana, ya que sin darnos cuenta, en toda nuestra cultura occidental, como decía Zubiri, hay tres integrantes: Grecia, Roma y Cristo. Para los andaluces el Islam y la cultura ibérica.

En una eclesiología de comunión, se impone el diálogo y la participación para recoger juntos este camino de renovación. Si no queremos que se produzca un distanciamiento cada vez mayor entre la llamada religión oficial y religiosidad popular, no debemos olvidar que el pueblo sencillo no comprende nuestra ideología elaborada desde el gabinete de un despacho.

Los agentes de la pastoral, sin excluir a los obis­pos, hemos creído que todo quedaría solucionado, si, mediante unas normas rígidas, controlábamos las Cofradías y conseguía­mos que los dirigentes, a través incluso de unos procesos de formación etc, llegaran a estar más cerca de lo que se ha dado en llamar la religio­sidad oficial. Nadie puede negar la parte positiva que ha traído este proceso postconciliar de reforma de estatutos y la consiguien­te adaptación de las Cofradías a esta normativa, pero puede suceder que este grupo reducido se trasforme en un grupo cerrado o secta, co­mo dice la Comisión teológica internacional, encargado de organizar sólo el espectáculo procesional y el ritual anejo, pero desconecta­do de la parroquia y de los valores que encierra la religio­sidad popular. En esta hipótesis el grupo no es una comunidad cristiana, que vive la fe, sino un grupo que con mucha ilusión y entrega prepara un espectáculo cultural, de una gran belleza plástica, que a su vez es financiado por intereses turísticos o políticos.

Tenemos que acercarnos con humildad a este fenómeno. Aun­que existen ciertos defectos en esta religiosidad, sus valores están muy entroncados con el evangelio, como han resaltado Pablo VI, Juan Pablo II y nuestros Obispos en sus escritos: La sed de lo divino de los pobres y senci­llos, la capacidad de sacrifi­cio y generosidad , la abnega­ción y el sentido de la cruz, la compre­sión de la paternidad de Dios y su providencia amorosa, la paciencia y la acogida, la honradez y limpieza moral, la laboriosi­dad, la solidari­dad, el sentido de austeridad y pobreza etc. [66].


Tendríamos, como dicen los Obispos congregados en Puebla, dejarnos evangelizar por este pueblo que, a pesar de su fe imperfecta, está a veces más cerca de estos valores evangélicos, que aquellos que quieren evangelizarlo desde una religión ilustra­da.

Desde esta postura, es necesario un proceso de purifica­ción y trasformación a partir de una renovación litúrgica, de una catequesis más profunda.

La parro­quia, trasformada en comunidad, donde la comunión y la fraternidad sea posible, tal vez sea el ámbito más adecuado. La parroquia, como célula y al servicio de la Iglesia, es o debe ser el lugar, donde todos se encuentran. Tiene un ámbito universal, no tiene fundadores, ni una espiritualidad definida, ni es ni puede ser un cenáculo de perfectos..Sus horizontes son universa­les, ya que es la casa de todos. Este proceso de personali­zación y purificación de la fe, es el único camino posible.
Las cofradías no se trasformarían en una élite de perfectos, con carácter sectario, sino en fermento y elemento dinámico de la evangelización del pueblo cristiano, al margen de toda ostentación y triunfalismo.
En cuanto a la devoción a María el Concilio nos hace una llamada a situar a María en el misterio de la Iglesia: En la celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo, la Santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su hijo; en ella, la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención y la contempla gozosamente como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser (SC 102).
La devoción mariana es necesario situarla dentro una nueva concepción de la cristología y del ministe­rio de la Iglesia como ha hecho el Concilio y Juan Pablo VI en su exhortación apostóli­ca Marialis cultus [67]. María está unida a Jesús, como madre y corredentora....María no es sólo la mediadora o interceso­ra, a la que acudimos en nuestras necesidades y problemas. Es la Madre de Jesús y madre nuestra, el ejemplo y modelo que debemos imitar.
La devoción mariana ha estado con frecuencia deformada, considerando a María independiente del misterio de la Iglesia, como un diosa que imparte dones y hace milagros, sin la menor relación con Cristo y con la Iglesia...Es curioso, cómo , en la misma teología se resaltó el carácter intercesor y mediador de María, oscureciéndose otros títulos de la tradición teológica.

Por este motivo el Concilio Vaticano II "exhorta encarecidamente a los teólogos y a los predicadores de la palabra divina a que se abstengan con cuidado tanto de toda falsa exageración como de una excesiva mezquindad de alma al tratar de la singular dignidad de la Madre de Dios....Recuerden, finalmente, los fieles que la verdadera vocación no consiste ni en un sentimiento estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes (LG. 67).


9.-LAS COFRADÍAS EN EL NUEVO CÓDIGO.

En el Código pio-benedictino, el canon 707 definió las cofradías como asociaciones de fieles que tienen como fin el incremento del culto, el ejercicio de las obras de caridad y de piedad.
El nuevo Código no trata expresamente de las cofradías, sino que las engloba en la categoría de asociaciones.
Después de reconocer el derecho de asociación, distin­gue dos clases de asociaciones: Públicas y privadas.
Las privadas, con o sin personalidad jurídica, se constituyen por la iniciativa privada (299).
Las públicas, son aquellas que, erigidas por la autoridad eclesiás­tica competente,­ se constituyen en personas jurídicas en virtud del mismo derecho, y reciben el mandato o misión para actuar en nombre de la Iglesia en conformidad con sus propios fines (can. 298).

Los fines de estas asociaciones, en una enumeración no taxativa, pueden ser múltiples: Fomentar la vida cristiana (can. 298, & 1), tender a una vida más perfecta (can. 298, 1), enseñar la doctrina cristiana (can. 298, 1), realizar obras de apostolado y evangeliza­ción, trabajar por al bien público (can. 116, & 1), animar el orden temporal (AA 1- 225, & 2)) etc...
La finalidad del culto, contemplada en el canon 298, & 1, es la que nos interesa analizar, al ser el fin propio y específico de las Cofradías, aunque no sea el único. Este fin la cofradías lo han expresado a través de toda su historia con procesiones, novena­rios, misas de hermandad etc.
El canon 301, & 1 afirma que "corresponde exclusivamente a la autoridad eclesiástica competente el erigir asociaciones de fieles que se propongan transmitir la doctrina cristiana en nombre de la Iglesia, o promover el culto público, o que persigan otros fines reservados por su misma naturaleza a la autoridad eclesiásti­ca".
Las cofradías, en virtud del canon citado, deben ser asociaciones públicas.

Las asociaciones de fieles, en las nuevas estructuras eclesiales, tienen una gran importancia para la actividad de los laicos en la Iglesia.
Las cofradías tendrán que asumir esta nueva responsabili­dad, que la Iglesia les encomienda y no quedarse única y exclusiva­mente en la actividad de preparar una procesión al año y organizar los demás actos que se van a realizar con motivo de las fiestas del patrono o de la romería.
La constitución de una nueva asociación en el código, es de tanta importancia, que si se van a limitar a organizar la proce­sión, es preferible que se queden en el plano de grupos parroquia­les informes con esta misión.
Las cofradías no pueden olvidar en ningún momento la íntima relación que tienen con la religiosidad popular y por lo tanto el dinamismo íntimo de esta relación...Ellas serán, si son auténticas comunidades evagelizadoras, que viven profundamente su fe, un vehículo de purificación y trasformación de esta religiosi­dad popular o por el contrario ayudarán a que las deformaciones existentes perduren, ya que a sus dirigentes sólo les interesaría el ritualismo de sus manifestaciones o la exhibición en los desfiles procesionales.
La finalidad de las Cofradías en el Código anterior era el incremento del culto público, en el nuevo promover el culto público (can. 197, & 2). Este culto las cofradías lo practican organizando actos litúrgicos para honrar a Dios, a los Santos o a la Virgen y procesionando sus imágenes.
En un afán de renovación, con motivo del año jubilar, se reunieron en Roma 12.000 cofrades de todo el mundo pertenecientes a 280 cofradías.
En varias sesiones de trabajo llegan a estas conclusio­nes que incluyo para que puedan servir de ejemplo en la renovación permanente que se han propuesto las cofradías:
-Confirman su fidelidad y disponibilidad a la Iglesia y al Sumo Pontífice.
-renuevan, en el espíritu de las grandes tradiciones confraternales, el compromiso de dedicarse a la oración y a las obras de misericordia por la necesidades de la sociedad a que se dirigen, por el respeto y enaltecimiento de los valores del hombre;
-se proponen realizar una actividad confraternal en armonía con la pastoral diocesana y de las Conferencias Episcopa­les;
hacen votos para que se repitan ocasiones de carácter espiritual, cultural u organizativo a fin de promover la agrega­ción interconfraternal;
-se fijan el objetivo de crear formas permanentes de relación para verificar y coordinar las esfuerzos, con espíritu de participación en las necesidades de la sociedad y a fin de conseguir una forma de representación unitaria para las instancias necesarias en las sedes competentes;
-hacen votos para que los Pastores animen el espíritu confraternal, la reorganización, la colaboración, el apostolado de las cofradías, para que acojan sus propuestas y examinen su contenido a la luz de sus tradiciones históricas de compromiso religioso y social y de las directrices del Concilio Vaticano II y del nuevo código de derecho canónico" [68]


11.-LOS SANTUARIOS MARIANOS.

Por el nombre del santuario se designa una Iglesia o un lugar sagrado, al que por un motivo especial de piedad, acuden los fieles en peregrinación (can. 1230).
Existen santuarios de ámbito internacional, nacional, o diocesano (can. 1231)..El Código no hace referencia a los regiona­les. [69]
Los estatutos de los santuarios deberán ser aprobados por la Santa Sede, la Conferencia Episcopal o el Obispo diocesano, según su diversa categoría (can. 1231).
En los estatutos se debe determinar su finalidad y las funciones concretas del rector tanto en el campo de la liturgia como de la administración de los bienes.
El santuario como persona moral podrá poseer bienes y ser sujeto de privilegios (can. 1233).
Termina el código haciendo una llamada a que los rectores cuiden el servicio litúrgico, el anuncio de la palabra de Dios, especialmente en la eucarística, la atención a los penitentes en el sacramento de la penitencia y la celebración de otros actos de piedad aprobados por la Iglesia (can. 1234, & 1).
Manda que se conserven con seguridad los exvotos de arte popular y de piedad (can. 1234, & 2).

Posiblemente se reorganiza en el nuevo código esta normativa de los santuarios, gracias a la atención que este tema tiene entre los canonistas italianos.
El tema fue muy estudiado en Italia con motivo del Concordato de 1929 entre la Santa Sede y el reino de Italia, ya que no existía una figura concreta dentro de la cual situarlos .[70]
Los santuarios comienzan a florecer de una manera especial del siglo XIV, con el auge de las Hermandades y tienen una gran implantación en todas las regiones del mundo. [71]
Pero al no tener un marco jurídico concreto, crea en Italia problemas en las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno italiano. Los santuarios, según las circunstancias, se consideraban como iglesias, como oratorios o basílicas, como institu­tos benéficos, como casas de retiro y oración, en los que se prestaba un culto a los santos o la Virgen y una asistencia a los pobres o peregrinos.

En el santuario, como expresión, sede y manifestación de una religiosidad popular, aparecen, como elemento prevalente, el peregrinaje y la religiosidad popular en forma de devoción o a un Santo o a María, que se manifiesta con la entrega de exvotos y otros actos de culto.

Estos momentos se producen también en nuestros días.

El tema de los santuarios ha estado muy presente en el pensamiento de Juan Pablo II. En varias ocasiones ha tratado el tema.
En el Santuario mejicano de Zapopán Juan Pablo II trazó las líneas a seguir en la atención a los santuarios. "Será, dice el Papa, nece­sa­rio cuidar con gran atención y celo pastoral los santuarios marianos mediante una liturgia apropiada y viva, mediante una predicación asidua; también mediante la preocupación por el ministerio de la penitencia y la depuración prudente de eventuales formas de popularidad que representen efectos menos adecuados.
Hay que aprovechar estas ocasiones, acaso esporádicas, de encuentro con almas que no siempre son fieles a todo el programa de una vida cristiana, pero que acuden guiadas por una visión a veces incompleta de la fe, para tratar de conducirlas al centro de toda piedad sólida: Cristo Jesús, Hijo de Dios, Salvador. De este modo, la religiosidad popular seguirá perfeccionándose cuando sea necesario.[72]
En sus viajes a España ha recordado también el influjo, incluso en el plano civil, que han tenido los santuarios: "Europa entera se ha encontrado a sí misma alrededor de la memoria de Santiago, en los siglos en que se edificaba como continente homogéneo y unido espiritualmente. Por ello, el mismo Goete insinuará que la conciencia de Europa ha nacido peregrinando...La peregrinación a Santiago fue uno de los fuertes elementos que favorecieron las comprensión mutua de pueblos europeos tan diferentes, como los latinos, germanos, celtas, anglosojanes, y eslavos. [73].
Los santuarios deben ser centros de oración, lugares de retiro y encuentro con Dios y los hermanos, focos de caridad, sitios de acogida para todos los que se acercan a sus muros, especial­mente para los más pobres, una luz que encienda la esperanza y la ilusión.
Las peregrinaciones, dice el Papa, son manifestaciones íntimamente ligadas al santuario. Vienen a recordarnos que no debemos vivir instalados en el presente, sino que estamos siempre en camino. La vida interior de María fue un peregrinaje en la fe"[74].
La peregrinación en un sentido cristiano, nos recuerda que somos peregrinos, que caminamos hacía el Padre asidos por la esperanza cristiana..Es un momento para lo festivo, pero también para la plegaria y el sacrificio.
En el ascenso al santuario, el Papa, distingue tres momentos: La partida, en la que los peregrinos se reúnen para una oración comunitaria [75]. El camino, momento apto para la oración, el canto religioso y la comunicación. La acogida de los peregrinos en el santuario cansados del largo caminar y la celebra­ción litúrgica.

[1] F. Fresedo, Cultura y religión ibérica, en Historia de España, I, pp. 230 (Ed. Cátedra, Madrid, 1980).
[2] F. Fresedo, Cultura y religión ibérica, en Historia de España Antigua, I, Madrid, 1980, p. 280.
[3] J .M .Blanquez, Primitivas religiones ibéricas II, Religiones prerromanas , Madrid, 1983. M. J. Almagro, Los ídolos del bronce hispánico, C.S.I.C., Madrid, 1973.
[4] R. Menéndez Pidal, Historia de España, *** p. 330, Espasa Calpe, Madrid, 1976.
[5] R Menéndez Pidal, Historia de España, I *** p. 332, Espasa-Calpe, Madrid, 1976.
[6] R.Menéndez Pidal, Historia de España, I ***, p. 333.
[7] M. Eliade, Tratado de Historia de las Religiones, I y II, Cristiandad.
[8] Zacarías García Villada, El nacimiento de la Iglesia Española en los dos primeros siglos, en Fiche-Martín, Historia de la Iglesia III, p. 628.
[9]1 Z. García Villada, El nacimiento de la Iglesia España en los dos primeros siglos, en Fiche-Martín, Historia de la Iglesia, I, p.616, Edicep, 1978.
[10] José María Aldazábal, La Liturgia Hispánica, en Fiche-Martina, Historia de la Iglesia, pp. 637-655.
[11] Fiche-Martina, Historia de la Iglesia II, p. 428.
[12] Fiche-Martin, Historia de la Iglesia ,IV, p.617.
[13] Fiche-Martin, Historia de la Iglesia, IV, p.619.
[14] G.Gironés, La Virgen María en la Liturgia Mozárabe, Anuales del Seminario de Valencia, 1964; G. Gironés, Notas sobre el texto de la fiesta de la Asunción, en Miscelánea M. Férotin, Hisp. Sacra (1966) 249-258.
[15] C.García Rodríguez, el culto de los santos en la España romana y visigoda, Madrid, 1966 y F. Lasheras Bernal, Mártires españoles en el bajo imperio, en Actas del III Congreso de Estudios clásicos, II, Madrid, 1968, pp. 143-152.
[16] Justo Fernández Alonso, Relaciones de la Iglesia con el reino visigodo, en Fiche-Martin, Historia de la Iglesia V, pp.666-672.
[17] Justo Fernández Alonso, La vida cristiana en la España visigótica, en Fiche-Martina, Historia de la Iglesia V, p. 615.
[18] Ramón Menéndez Pidal, Historia de España, III, p. 330.
[19] R. Menéndez Pidal, Historia de la Iglesia, III. p. 313.
[20] Miguel Cruz Hernández, Historia del pensamiento en al Andalus, tt.I y II, Editoriales Andaluces unidas,
[21] C.Claudio Sánchez Albornoz, La España musulmana,II, p. 222, Espasa-Calpe, 1974.
[22] W. Cristian, De los santos a María. Panorama de las devociones en los santuarios españoles desde los principios de la Edad Media hasta nuestros días, en C.Lisón, Temas de Antropología Española, Akal, Madrid, 1976, p. 50 ss.
[23] A. Vauchez, La saintité en Occident aux derniers du Moyen Age d' aprés les proces de canonisation et les documents agiograp­hiques, Roma, 1989.
[24] J.A. Sánchez Pérez, El Culto Mariano en España, Madrid, 1943.
[25] Fiche- Martin, Historia de la Iglesia, X, p.406.
[26] Jacobo de Voragine, Leyenda áurea, Florencia, 1924.
[27] Parece ser , como dice B. Llorca, en su Manual de Historia eclesiástica, p. 368, (4 Ed, Barcelona, 1955) : Consta que en el siglo XII está extendida entre los cistercienses la devoción de rezar series de 50, 100, y 150 Padrenuestros y Avemarias, y que para contarlos se usaba una cinta de perlas, parecida a nuestro rosario. Consta asimismo que Santo Domingo tomó esta práctica como arma para sus misiones, propagándola en todas partes. En este sentido se le puede llamar, más que fundador, gran propagador del Rosario. Sin embargo, no consta que le diera la forma de decenas, añadiendo a cada una la consideración de los misterios de la vida de Cristo...Esta forma definitiva del Rosario aparece en el siglo XV, y como portavoces de la misma, fueron los PP. Dominicos, también entonces se comenzó a presentar a Santo Domingo , como su fundador.
[28] A .Dominguez Ortiz, Iglesia institucional y religiosidad popular en la España barroca, en P.Córdoba y J.P. Etiene, La fiesta, la ceremonia, el rito. Coloquio internacional. Universidad de Granada.
[29] Fiche-Martin, Historia de la Iglesia, XXI, p.243.
[30] Los diversos tipos de hermandades se han ido formando partiendo del gremio, de la etnia, de la clase, del grupo, de intereses económicos comunes, de municipio. Algunas de ellas tenían un corte estrictamente civil.
[31] Synodon Hispanum, 3, Astorga, León, Oviedo , Madrid, 1984, p. 242.
[32] Antonio García y García, El asociacionismo en la Historia del Ordenamiento canónico, en Simposio sobre Asociaciones Canónicas de Fieles,Pont.Univ. Salamanca, 1987, p. 25.
[33] AA.VV. Il movimento dei disciplinati nel settimo centenario del suo inizio, Perugia 1260. Convegno internazionale, Perugia 25-28 settembre (1962).
[34] Las Cofradías, llamadas de la misericordia, fundadas en Italia en 1240,tienen en la actualidad unos 400.000 miembros, haciendo los cofrades el voto de atender a los enfermos en sus necesidades. Con este fin dispone de 600 ambulancias.
[35] Cuevas de Ambrosio de Beas de Segura, Carcheles, Frailes, Fuerte del Rey, Mancha Real, Los villares, Valdepeñas de Jaén, Segura de la Sierra, Villacarrillo, Villardompardo.
[36] J. Mateos, Cristianos en fiesta, Más allá del cristianismo convencional, 2 ed..
[37] Homilía del Papa Juan Pablo II en el jubileo internacional de las Cofradías en Roma en durante la misa celebrada el día 1 de abril de año 1984.
[38] Vide J.Danielou, Cristianismo de masas o de minorías, Sígueme,1968. El libro recoge la polémica o discusión entre el jesuita francés, Jean Danielou, nombrado posteriormente cardenal y
el dominico Jean Pierre Jossua.. El primero está a favor de un cristianismo de masas, con ciertas matizaciones; el segundo un cristianismo de minorías.
[39] J.P. Jossua, en Cristianismo de masas o de minorías, p. 119.
[40] J.J. Jossua, Cristianismo de masas o de minorías, p. 120.
[41] Juan Sánchez Ocaña, Los tiratapias, Granada, 1993, pp.24-36.
[42] B. Forte, Il cammino nella Chiesa in Italia dopo il Concilio, en AA.VV. Riconciliazione cristiana e comunitá degli uomini. Atti del 2 convegno eclesiale, Loreto, 9-13 de abril de 1985, Roma. En España han tratado el tema: J.García Roca, Presen­cia o mediación? Dos modos de entender el compromiso del cristiano en el mundo, en Sal Terrae 74 ( 1986) 597-607; L.González-.A.Carva­jal, Cristianos de presencia y de mediación, Santander, 1989.
[43] C.Parker, Religión popular.., en Concilium 206 (1986) p.38.
[44] F. Martínez Díez, Caminos de liberación y de vida, Ed. Des­clée, 1990, p. 19.
[45] M. Amézcua, La ruta de los milagros, Ed. Interolivos, Granada, 1993.
[46] S.Galilea, Religiosidad pastoral y pastoral. E.Cristian­dad,Madrid,1979.
[47] R.Bonnet, El Catolicismo popular, E. Marova, 1976.
[48] Jean Delimeau, Religión en Francia durante los siglos XVI y XVII, en 206 Concilium, p. 20.
[49] Documentos de Medellín, doc.Iv, I,2,
[50] Documentos de Medellín, Doc IV, I, 5.
[51] Documento de puebla nn. 328 y 323.
[52] EN 48.
[53] Juan Pablo II, Exhortación apostólica Catechesi tradendae, de 8 de diciembre de 1975, n.54.
[54] Obispos del sur de España (1975), El Catolicismo popular en el Sur de España, 4.
[55] Catolicismo Popular en el Sur de España, Obispos del Sur de España PPC 1975.
[56] Obispos del Sur de España, Documentos Colectivos de los Obispos del Sur de España, Madrid, BAC.
[57] Comisión Episcopal Española de liturgia, Evangelización y renovación de la piedad popular, Madrid, 1987, en A. Pardo, Enchiridion. pp. 1229 ss.
[58] Comisión teológica internacional, Fe e inculturación n. 6, octubre de 1988, en Enchiridion Vaticanum, XI, n. 1401.
[59] J.M.Castillo, Teología andaluza y liberación, en Religión en Andalucía, 1985, Biblioteca de cultura Andaluza.
[60] José Antonio Estrada, La trasformación de la religiosidad popular, E. Sígueme,1986, p. 51.
[61] J.A.Estrada, La trasformación de la religiosidad popu­lar, Sígueme, 1986, p.66.
[62] J.A.Estrada, o.c. p.74.
[63] EN 48.
[64] Muy interesantes en este aspecto son las Conclusiones del encuentro celebrado en Asunción (Paraguay), del 5 al 10 de mayo de 1975, organizado por el Departamento de Liturgia del CELAM, en A. Pardo, Enchiridion pp. 1207 ss.
[65] El Documento IV de Medellín sobre la religión popular dice en el n. 2 :" Es una religiosidad de votos y promesas, de peregri­naciones y un sinnúmero de devociones, basada en la recepción de los sacramentos, especialmente del bautismo y de la primera comunión, recepción que tiene más bien repercusiones sociales que un verdadero influjo en el ejercicio de la vida cristiana"
[66] En la EN n.48 Pablo VI hace una enumeración de estos valores.Los Obispos españoles, en el documento sobre el Catolicismo popular en el sur de España (1975), exponen estos valores:"Carac­terizan a nuestro pueblo su honradez y limpieza moral y su inteligente laboriosidad, unidas a la seriedad y dominio de sí mismo y de su vivísima emotividad; su mensura y buen sentido; su estimación de la cultura y su gozo ante la belleza ; la intensi­dad con que vive el presente y su profunda filosofía de la vida y de la muerte..., su capacidad de apertura y de acogida; su excepcional facilidad para la comunicación y el diálogo; su generosa y valiente solidaridad...,; su alegre sentido de la fiesta y un innegable buen humor para sobreponerse a las penas;....su entereza para aceptar las desgracias ...y soportar las privaciones, humillaciones y las discriminaciones injustas etc.
[67] Pablo VI, Adhortatio apostolica Marialis cultus de B. Mariae virginis cultu recte instituendo et augendo, 2 februarii 1974, AAS 66 (1974) 153-197 y Enchiridion Vaticanum 5 nn. 13.97.
[68] Iubileum Internationale confrarternitatum 1984, Acta, T.P. Vaticana 1984 p. 128.
[69] Los regionales podrían ser aprobados por la Santa Sede y en la hipótesis contemplada en los canones 431-434 por los Obispos de la Región Eclesiásti­ca.
[70] J. Palazzini, Sanctuaria Pontificia, Sanctuarium, en Dictionarium morale et canonicum, a cura de P. Palazzini, Romae, t. IV, pp. 202-203.
[71] José Guillén, Urbs Roma, vida y costumbres de los romanos, Salamanca, Ed. Sígueme, 1980. Especialmente en el t.III, pp. 15 ss.

[72] Homilías de Juan Pablo II en América, PPC, Madrid, 1979, p. 106.
[73] Acto europeista celebrado el martes día 9 de noviembre en Santiago de Compostela.
[74] Congregación para el culto divino, Carta pastoral Il Santo Padre a los Presidentes de la Comisiones nacionales de Liturgia y el documento Orientamenti e proposte per la celebrazione dell' anno mariano ,n. 78, 3 de abril de 1987,en Enchiridion Vaticanum, 10, n. 1526. El Papa tiene en la mente el texto de Vaticano II :"Ita etiam Beata Virgo in peregrinatione fidei processit, suamque unionem cum filio fideliter sustinuit usque ad crucem"(LG 58).
[75] El nuevo ritual para las bendiciones, ofrece un rito para la bendición de los peregrinos, nn.404-419.