jueves, 17 de abril de 2008

MATRIMONIO VI


VI. LAS MUJERES EN SAN PABLO[1]

Antes de empezar a desarrollar el tema hay que tener en cuenta la posición que las mujeres tenían en el mundo romano y helénico en la época de Jesús. En Atenas las mujeres no podían tener opción a cargos públicos. El matrimonio era concertado entre los padres. La actividad de la mujer estaba reducida a las actividades de la casa, como era tener hijos, hilar, hacer la comida y cuidar la casa. Estaba sujeta al marido en todo.
En Roma el paterfamilias tenía un completo control de la casa. Las libertadas que la mujer romana era mayores, ya que acompañaba al marido a la calle, y podía intervenir en actos públicos. Pero su labor estaba muy centrada en la casa. Su papel era más preponderante, ya que la mayor parte de los hombres estaban enrolados en los ejércitos imperiales. Para Séneca el hombre ha nacido para mandar y la mujer para obedecer (De Cont. Sap. 1, 1).
En el mundo judío la mujer sufría una discriminación mucho mayor. No se les enseñaba la ley, ni podía leerla en público; en la liturgia está en un segundo plano. No se podía hablar largo tiempo con una mujer y mucho menos con una extraña. Carecía de derechos. Los judíos recitaban esta plegaria: Bendito sea Dios que no me hizo pagano; bendito sea Dios que no me hizo mujer; bendito sea Dios que no me hizo esclavo.
Jesús en su vida pública tuvo un trato muy normal con las mujeres, que encontró en su camino; estuvieron muy cerda del ministerio (Lc. 8, 1-4). Su postura en el trato con las mujeres fue revolucionario.
Conversa con la Samaritana con la extrañeza de los apóstoles (Jn. 4, 27); cura a la hemorroisa, que se le acerca a pesar de que era legalmente impura (Mt.9, 20, 22; perdona a la mujer adúltera, que es condenada por las judíos (Jn. 8, 11); comunica su resurrección por medio de unas mujeres (Mt. 19, 3,-9; Mc. 1, 11); a los judíos les dice que las prostitutas les precederán en el reino de los cielos.
Acompañaban a Jesús en sus correrías como cuenta Lucas: Yendo por ciudades y aldeas predicaba y evangelizaba el reinado de Dios. Les acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades. María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; y Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes, y Susana, y otras varias, que le servían con sus bienes (Lc. 8, 1-3).
Pablo hace esta afirmación fundamental, como base de la enseñanza de Jesús: Todos, pues, sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cristo. No hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay varón o hembra, porque todos sois uno en Cristo, luego sois descendencia de Abrahan, herederos según la promesa (Gal. 3, 27).
Estas palabras de Pablo son revolucionarias, porque rompe las barreras de la humanidad, ya que todos somos iguales: El varón y la mujer, el esclavo y el libre, el griego y el judío. La razón es que somos hijos de Dios en la fe en Cristo en virtud del bautismo. Todos son iguales en el nuevo reino de Dios. Doctrina que iba en contra de todas las estructuras grecorromanas y judías.
El cuerpo de Cristo tiene muchos miembros y muchas funciones, pero todos los miembros convergen en la unidad y son iguales.
El hombre y la mujer son iguales en dignidad.
En la práctica esta afirmación de Pablo parece ser que no se corresponde con la realidad, ya que exigía que las mujeres se cubrieran la cabeza con velo en las funciones litúrgicas como sucedía en otras comunidades judeocristianas (1 Cor. 12, 2, 16). Esta velación tenía como finalidad que los hombres no les vieran la cara. Esta costumbre estaba muy arraigada en la época de Jesús. Las justificaciones que Pablo da a ello son poco convincentes. Creo que la explicación hay que darla en que Pablo no quiso suprimir esta costumbre de su entorno, dado que estaba tan arraigada que causaba la extrañeza de los no cristianos.
En otra ocasión dice que las mujeres se callen en la iglesia (1 Cor. 14, 33, 50 y 1 Tim. 11-14). Muchos exegetas dicen que se trata de una interpolación posterior y que estas palabras no son de Pablo, ya que de hecho las mujeres intervenían en las asambleas e incluso llegaban a profetizar (1 Cor. 11, 5). Algunos exegetas, me hace gracia, dicen que hablaban demasiado en las asambleas y por este motivo Pablo les aconseja que se callen o que no hablen tanto, como hizo el Rey con Chaves.
Las mujeres tienen una parte activa en culto, la oración, la caridad, la oración, el apostolado, la instrucción y los actos proféticos, ya que pueden profetizar (1 Cor. 11, 5). Esta actividad la desarrollan no solo las vírgenes y las viudas, que tenían más tiempo para dedicarlo al Señor, sino también la casadas como veremos posteriormente.
También es muy controvertido el texto en que San Pablo dice que la mujer es imagen del Hombre.
El texto habría que entenderlo teniendo en cuenta su original griego que viene a decirnos que el varón es imagen de Dios. La mujer es reflejo o gloria del hombre (doxa), pero es también imagen de Dios exactamente igual que el hombre como dice el libro del GéneSis 1, 27, ya que Pablo no pretendería reformar el libro sagrado.
El pensamiento de Pablo aparece más claro, cuando dice a continuación: Pero ni la mujer sin el varón ni el varón sin la mujer en el Señor. Porque así como la mujer procede del varón, así también el varón viene a la existencia por la mujer, y todo viene de Dios.(11-12). Con estas palabras da la impresión que Pablo quiere rectificar su opinión. Ninguno puede vivir sin el otro. El hombre viene de la mujer y de Dios. Añade en el Señor, con lo cual puede estar refiriéndose al matrimonio cristiano.
No obstante Pablo da una gran relevancia a la mujer en sus cartas, como podemos ver a continuación.
Pablo saluda a Prisca y Aquila (Priscila): En Corinto encontró a un judío llamado Aquila, originario del Ponto, recientemente llegado de Italia con Priscila, su mujer, a causa del decreto de Claudio que ordenaba salir de Roma a todos los judíos. Pablo se unió a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó en su casa y trabajaban juntos, pues eran ambos fabricantes de lonas (tiendas) (HH. 18, 2).
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Prisca era una judía procedente de Roma (Hech.18, 2). De Roma fueron expulsados por el emperador Claudio, por ser judíos. De Roma marcharon a Corinto, donde fueron recibidos por Pablo. El matrimonio era fabricante de tiendas. Ellos se habían convertido al cristianismo en Roma y ahora en Corinto ponen su casa a disposición de la comunidad. De Corinto marchan a Éfeso (1 Cor. 16, 19).. Allí instruyen al judío converso Apolo (Hech. 18, 26). Su casa sigue siendo el lugar de reunión de la comunidad.
Cuando cesa la persecución vuelven de nuevo a Roma. Pablo en la carta a los Romanos hace grandes alabanzas de ellos como colaboradores del evangelio y les recuerda que estuvieron en peligro de muerte por defenderle (Rom.16, 3-5; Hech. 19, 23; 1 Cor. 15, 32; 2 Cor. 1, 8-9). Son citados siete veces en los escritos de Pablo y como dato curioso, dicen los exegetas, que Pablo la nombra casi siempre la primera en los saludos antes que al marido.
Con esto quieren decir que para Pablo desempeñó un papel muy importante en la evangelización.
En la carta a los Romanos 16, 1-2, sucede lo mismo.
Febe, portadora de la carta a los romanos, es una diaconisa de la iglesia de Cencreas. Pablo les recomienda a los romanos, que la reciban en el Señor de la manera digna a los santos y la asistan en todo lo que sea necesario, pues ella ha favorecido a muchos y al mismo Pablo.
Es muy discutido el contenido de lo que significa la palabra diacono, ya que no tiene un sentido técnico y estricto. Más bien habría que entender su función como atender a los pobres, a los enfermos, y desvestir y ungir a las mujeres en el momento del bautismo.
En Rom. 16, 3 dice Pablo nos presente una galería de personas, que le ayudan en las evangelización. Hay hombres y mujeres:
Saludad a Prisca y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, los cuales, por salvar mi vida, expusieron su cabeza, a quienes no sólo estoy agradecido yo, sino todas las iglesias de la gentilidad. Saludad también a la Iglesia de su casa (Rom. 18, 3 ).
A continuación Pablo saluda a diversos grupos de personas hombres y mujeres que debieron tener una parte muy activa en la comunidad:
Saludad a mi amado Epéneto, las primicias de Cristo en Asia.
Saludad a María, que soportó muchas penas por nosotros.
Saludad a Andrómico y a Junia, mis parientes y compañeros de cautiverio, que son muy estimados entre los apóstoles y fueron en Cristo antes que yo. La palabra apóstol Pablo no la usa en un sentido estricto.
Saludad a Ampliato, a quien amo en el Señor.
Saludad a Urbano, nuestro cooperador en Cristo y Estiquis, mi amado.
Saludad a Apeles, probado en Cristo
Saludad a los de la casa de Aristóbulo
Saludad a Herodiano, mi pariente
Saludad a Trifena y Trifosa, que han pasado muchas penas en el Señor.
Saludad a Persida, muy amada, que sufrió muchas penas en el Señor.
Saludad a Asincrito y a Flemón, Hermes, Patroba, Hermas y a los hermanos que viven con ellos.
Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpa y a todos los hermanos que viven con ellos.
Saludad a Rufo, el elegido del Señor y a su madre, que lo es también mía.
Pablo cita a otras muchas mujeres que le ha ayudado en su labor evangélica: María, Trifena, Trifosa y Preside.
Entre los nombrados por Pablo aparece otro matrimonio, Andrónico y Junia, de los que Pablo dice que son muy estimados como apóstoles. Pablo afirma que eran cristianos antes que él.
También habla de otro matrimonio, Nereo y su hermana, posiblemente su mujer.
Lucas nos pone de relieve el gran papel desempeñado por Lidia, tintorera, , procedente de Tiatira, que en Filipos aceptó el evangelio y hospedó en su casa a los misioneros (HH.17, 4 ; y 17, 34)
En la carta 1 a los Corintios 9, 5 se pregunta:¿ No tenemos derecho a llevar en nuestras peregrinaciones una hermana, igual que los demás apóstoles y hermanos del Señor y Cefas?

En la carta a los Fil. 4, 2 dice: Ruego a Evodia y a Sintique tener los mismos sentimientos en el Señor. Y a ti también generoso colaborador, te ruego que ayudes a esas, que han luchado mucho por el evangelio conmigo y con Clemente y con los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Col. 4, 14 Salud a Laodicea y a Ninfa y a la Iglesia de su casa.
[1] Bibliografía
Instrucción de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, interinsigniores, sobre el acceso de la mujeres al sacerdocio, 15 octubre de 1976, EV.5 , nn.2110-2147.
Carta Apostólica de Juan Pablo JJ, 22 de mayo de 1994,
Carta del Cardenal Ratzinger Ordinario sacerdotales, respuesta a la duda sobre la doctrina de la Crata Apostólica Ordinario Sacerodtalis, del28 de octubre de 1995.

martes, 8 de abril de 2008

MATRIMONIO V


V.-LA IGLESIA DOMESTICA EN EL NUEVO TESTAMENTO

En los primeros siglos del cristianismo los fieles no tenían templos, donde celebrar el culto. Éste se celebraba en las casas (oikos). Cuando en el nuevo testamento aparece la palabra casa, se incluye no sólo a la familia (padres e hijos), sino a todos aquellos, que de alguna manera entraban a formar el clan familiar, que vivían en el mismo edificio (esclavos, parientes, trabajadores etc). Esta iglesia domestica tuvo un papel muy importante en la iglesia primitiva en la evangelización. El papel de la mujer fue muy relevante, ya que ella era el corazón de la familia y al estar las comunidades muy ligadas a la casa o iglesia doméstica, su papel fue decisivo.
El orden de las vírgenes y de las viudas tuvo mucha importancia, ya que ellas se podían dedicar más de lleno a la evangelización.
Otro hecho muy importante, que se da en la Iglesia doméstica, es la cercanía de unos a otros y la vivencia de esta comunidad entendida como comunión, no sólo en el aspecto económico, sino en el afectivo, ya que todos se conocen y todos se tratan.
El amor mutuo que se profesaban es uno de los signos de estas comunidades como aparece en el Nuevo Testamento. Este amor va a llevar a la comunidad de Jersusalén a una comunión de bienes, ya que se reparten según las necesidades de cada uno. Ellos tienen en cuenta que el mandamiento más importante del cristianismo es el amor. Lucas les había dicho que “más vale dar que recibir (Hec. 20, 35). Juan de una manera casi machacona les repitió:“ En esto conocerán que sois mis discípulos, en que os améis los unos a los otros” (Jn 13, 34).
Juan no podía concebir que no reinara el amor entre ellos: “¿Cómo es posible que habite el amor de Dios en aquel que, teniendo posesiones mundanas, cierra sus entrañas a su hermano, al que ve pasando necesidad (1 Jn. 3, 17).
Esta comunicación de bienes llegó a realizarse entre comunidades distintas (1 Cor. 16, 1-2; 3 Cor. 8, 1-9; Hec. 11, 27-30)
Las casas son las grandes plataformas de la evangelización, no sólo hacia dentro, sino también hacia fuera
Con frecuencia, aunque no siempre, cuando se convertía, el cabeza de familia, se hacía cristiana toda la familia. (Hech. 16,31-34), 18, 8; 11, 14; 1 Cor. 1, 16; Hech. 16, 15; 33, 31).
No siempre fue así, como nos consta, cuando San Pablo nos habla del privilegio paulino.
La evangelización de Pablo estuvo muy unida a la familia. Se hospeda en la casa de Lidia (Hech. 16, 15) y en casa de Priscila y Aquila (Hech. 18, 13).
En la medida en que el número de los cristianos van aumentando, otros conversos se unen a estas comunidades domesticas para celebrar con ellas el culto. La casa comienza a transformarse en un lugar sagrado.
Cuando empiezan a convertirse personas de un nivel económico superior, y ceden sus casas para el culto, el grupo de los asistentes aumenta (30-40). El culto no queda sólo reducido a la familia.
La iglesia, simbólicamente, se llama casa de Dios, que se reúne en casa de…Lo vemos claramente en San Pablo, cuando dice: Saludad a los de la casa de Aristóbulo (Rom.16, 5). A los de la casa de Aquila y Prisca con su Iglesia doméstica.
Hay un texto de San Pablo que expresa este aspecto: “Esto te escribo, con la esperanza de ir a verte pronto, para que veas por aquí cómo te conviene conducirte en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios (1 Tim.3, 14). La iglesia por el mismo motivo va a ser la familia de la casa de Dios, ya que todos los que participan de la misma eucaristía se consideran familia, y hermanos.
La eucaristía se celebraba en el ámbito de una comida, en la que los apóstoles instruían a los asistentes en las enseñanzas de Jesús (Hech. 3, 46).
¿Cual era la relación entre el paterfamilias y la comunidad, discuten los exegetas. En realidad es difícil de responder a este interrogante, ya que debió ser distinto, según el tipo de comunidad y la época, en que se estudie el tema.
Como una necesidad casi imperiosa de este crecimiento, a partir del siglo II empiezan a construirse las primeras basílicas, y dejan las casas.
El hecho de dejar la casa como lugar de reunión y trasladarse a los templos, va a cambiar la estructura eclesial, ya que las relaciones interpersonales van a desaparecer en parte al hacerse el cristianismo más masivo. La misma situación de la mujer va a cambiar, ya que las vírgenes y viudas ya no entran a formar una parte tan activa en la evangelización de la Iglesia. Con el nacimiento del monacato nacen los conventos religiosos, donde las mujeres van a vivir en grupos y no en la soledad de sus casas.
Antes de la construcción de la Basílica de Letran que tuvo lugar el 313, ya se calcula que en Roma existían unos 20 títulos. Constantino mandó construir varias basílicas. La de la Letrán fue la más importante de todas, que tenía esta inscripción: Omnium urbis et orbis mater et caput. El Papa silvestre la consagró en el año 318, antes de que estuviera terminada. El baptisterio es del siglo V.

martes, 1 de abril de 2008

MATRIMONIO IV

IV. EL MATRIMONIO EN SAN PABLO

Pablo defiende la licitud del matrimonio frente a las doctrinas dualistas. Dice a su discípulo Timoteo, que no puede ser malo lo que viene de Dios. El negarlo sería trastornar el orden de la creación (1 Tim. 4, 1-5).
Pablo vuelve a tratar el tema de nuevo en la 1ª carta a los Cor. 7, 1 ss..
1. Matrimonio y Virginidad

Vuelve Pablo a hablar del matrimonio en 1 Cor. 7,1 ss. Nos dice: Bueno es al hombre no tocar mujer, más para evitar la fornicación, tenga cada uno su mujer y cada una tenga su marido.
El marido pague a la mujer e igualmente la mujer al marido. La mujer no es dueña de su propio cuerpo; es la mujer. No os defraudéis el uno al otro, a no ser de común acuerdo por algún tiempo, para daros a la oración, y de nuevo volver al mismo orden de vida, a fin de que no os tiente Satanás de incontinencia. Esto os lo digo condescendiendo, no mandando.

Quisiera yo que todos los hombres fueran como yo; pero cada uno tiene de Dios su propia gracia; éste, una; aquel, otra; sin embargo a los no casados y a las viudas les digo que les es mejor permanecer como yo. Pero si no pueden guardar continencia, cásense, que mejor es casarse que abrasarse.. Cuanto a los casados, precepto es, no mío, sino del Señor, que la mujer no se separe del marido y de separarse, que no vuelva a casarse o se reconcilie con el marido y que el marido no repudie a su mujer.(1 Cor.7, 1-11)
En este texto parece que Pablo tiene ciertas reservas contra el matrimonio, ya que empieza el relato diciendo que es bueno para el hombre no tocar mujer. Para él la continencia o la virginidad tiene un sentido mucho más profundo por las exigencias del reino, como veremos posteriormente (Mt. 19, 10-12). Para Pablo el matrimonio es algo mundano, ya que en el cielo no existe como tal. El matrimonio para Pablo es algo provisorio de cara a la escatología, ya que esperaban que fuera inminente la venida de Jesús (Mc.12, 25). No obstante, siguiente la línea de Génesis para él la sexualidad no es algo malo, ya que tanto la mujer como el hombre fueron creados por Dios. La sexualidad es querida por Dios. La atracción mutua de los dos sexos es obra divina: Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.

Si no pueden guardar continencia, es mejor casarse que abrasarse.
Presenta dos actitudes ante el matrimonio. La suya propia que no es del Señor: Los invita a permanezcan célibes y a que no se casen, como ha hecho él mismo, ya que es bueno no tocar mujer por el reino de los cielos. Para evitar la fornicación es bueno que se casen. Si se abstienen de darse el débito conyugal, sea de común acuerdo y para dedicarse a la oración. Esto lo dice condescendiendo, no mandando.
Si la mujer se separa del marido que no vuelva a casarse o intente la reconciliación. Si no es posible la reconciliación, que no conviva con él. A los maridos aconseja que no les den el repudio a su mujer, tal como estaba permitido en la ley judía.
Pablo no rechaza el matrimonio, aunque prefiere la virginidad, de la que hablaremos con posterioridad.
2. El privilegio paulino.

A los demás les digo yo, no el Señor, que si algún hermano tiene mujer infiel y ésta consiente en cohabitar con él, no la despida. Y si una mujer tiene marido infiel y éste consiste en cohabitar con ella, no la abandone.. Pues se santifica el marido infiel por la mujer y se santifica la mujer infiel por el hermano. De otro modo vuestros hijos serían impuros y ahora son santos. Pero si la parte infiel se retira, que se retire. En tales casos no está esclavizado el hermano o la hermana, que Dios nos ha llamado a la paz. ¿Qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido; y tú marido, si salvarás a tu mujer? Pero que cada uno ante, según el Señor le dio y según le llamó. (1Cor. 12-17.)
En este caso Pablo aconseja a toda costa mantener el matrimonio entre cónyuges de distinta fe religiosa, en la medida que ello es posible (12-18). Si un hermano tiene una mujer no cristiana y ella está de acuerdo en vivir con él, no debe despedirla. Lo mismo debe suceder, cuando una cristiana tiene un marido no creyente. Entre los cristianos había cierta alergia a casarse con paganos y mantener relaciones sexuales. Pablo les da una respuesta difícil de entender, ya que para él, el infiel es santificado por el cristiano. Los hijos por otra parte son santos. Parece ser que la explicación pueda estar en una actitud de compresión hacía él (ella) le puede llevar a la conversión.

Pablo prevé otra posibilidad: Que el no creyente prefiera separarse del cristiano. En este caso, Pablo dice que se separe. El hermano o hermana en este caso no están sujetos, ya que Dios los ha llamado a una vida en paz. Pablo habla claramente de que el matrimonio ha quedado disuelto y deja el camino abierto para que pueda contraer nuevo matrimonio con un cristiano (7, 39) El derecho canónico va a desarrollar más ampliamente esta doctrina (cann. 1143-1150).

3. Consejos a las vírgenes

Acerca de las vírgenes, no tengo precepto del señor, pero puedo dar consejo, como quien ha obtenido del Señor la misericordia de ser fiel. Creo, pues, que por la instante necesidad, es bueno que el hombre quede así. ¿Estás ligado a mujer? No busques la separación. ¿Estas libre de mujer? No busques mujer. Si te casares, no pecas y si la doncella se casa, no peca. Pero tendrán que estar así sometidos a la tribulación de la carne, que quisiera yo ahorraros.

Digamos, pues, hermanos que el tiempo es corto. Sólo queda que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran como si no lloraran; los que se alegran como si no alegrasen; los que compran como si no comprasen; y los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen; porque pasa la forma de este mundo. Yo os quería libres de cuidados. El célibe se cuida de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado ha de cuidarse de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer, y así está dividido. La mujer no casada y la doncella sólo tiene que preocuparse de las cosas del Señor, de ser santas en cuerpo y en espíritu. Pero la casada ha de preocuparse de las cosas del mundo, de agradar a su marido. Esto os lo digo para vuestra conveniencia, no para tenderos un lazo, sino mirando a lo que es mejor y os permite uniros más al Señor, libre de impedimentos.
Si alguno estima indecoroso para su hija doncella dejar pasar la flor de la edad y que debe casarla; que la case. Pero el que firme en su corazón, no necesitado, sino libre y de voluntad, determina guardar virgen a su hija, hace mejor. La mujer está ligada por todo el tiempo de vida a su marido; más una vez que se duerme el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor. Más feliz será si permanece así, conforme a mi consejo, pues también yo creo tener el espíritu de Dios (1 Cor. 7, 25-40)
En 1 Cor. 7, 39 se comenta que una viuda, si se casa, se case en el Señor. Con estas palabras parece ser que quiere indicar, que lo haga con un bautizado. No podemos deducir de aquí que usaran algún rito matrimonial

Los cristianos entendieron el matrimonio como forma de huir de la fornicación. Los judíos, y los romanos defendían a toda costa la monogamia. San Pablo no condena el matrimonio, aunque alaba mucho más la virginidad. De hecho el no se casó. No obstante incorporó a su misión apostólica a algunos matrimonios, como después veremos. Esta concepción negativa va a influir posteriormente en San Agustín.

4. Sexualidad y continencia

La continencia y la virginidad fueron una de las metas de las primitivas comunidades cristianas, siguiendo las orientaciones de la carta que acabamos de comentar en San Pablo y el texto de San Mateo en el que Jesús dice: Hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre y hay eunucos que fueron hechos así por los hombres y hay eunucos que a sí mismo se han hecho tales por el amor del reino de los cielos, El que pueda entender que entienda (Mt. 19, 12).

Esta llamada al celibato no es obligatoria, ya que los mismos apóstoles estaban casados. La renuncia voluntaria por el reino puede ser explicada por la radicalidad de su mensaje: El que ama al Padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o la hoja más que a mí, no es digno de mí y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí (MT. 10, 37 ss; Lc. 14, 26.)
En la mentalidad judía extrañaba mucho esta nueva concepción, ya que en el judaísmo rabínico el matrimonio era una obligación ético religiosa. No se entendía que un joven, teniendo veinte años, no hubiera aún contraído matrimonio.

. El libertinaje avanzaba por el imperio, especialmente por las grandes ciudades. Corinto era un nido de corrupción. El divorcio, la homoxesualidad, los adulterios y los desenfrenos estaban a la orden del día. Este ambiente sólo se veía frenado por moral de los estoicos.
El Pseudodemóstenes describe de esta manera el ambiente de la época: “Las heteras las tenemos para divertirnos, las concubinas para la cotidiana atención corporal, las esposas para engendrar hijos legítimos y para tener una fiel guardiana en los asuntos domésticos”
En la ciudad de Corinto, Pablo tuvo que luchar contra el vicio, ya que a su puerto acudían habitantes del todo el mundo.

Hace una relación de los vicios, que existían en la ciudad y llama la atención a los cristianos, diciendoles: Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos ni los maldicientes, ni los rapaces poseerán el reino de Dios (1 Cor. 5, 10).
A continuación intenta justificar su llanada a la continencia desde un punto de vista cristiano. Ahora, les dice, en virtud del bautismo habéis sido lavados, santificados y justificados (6, 11). El cuerpo les dice no es para la fornicación, sino para el Señor y el Señor para el cuerpo. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy yo a tomar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? Huid de la fornicación. El que fornica, peca contra su mismo cuerpo. ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que por lo tanto no os pertenecéis? Glorificad a Dios en vuestro cuerpo (1 Cor. 6, 15-20).
Porque la voluntad del Dios es vuestra santificación; que os abstengáis de la fornicación, que cada uno sepa tener a su mujer en santidad y honor, no con afecto libidinoso, como los gentiles que no conocen a Dios; que nadie se atreva a ofender en esta materia a su hermano, porque vengador en todo esto es el Señor…, que Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santificación (1 Tes. 4, 1-7).
En aquella sociedad era muy corriente la homosexualidad como aparece en 1 Cor.6, 9 y 1 Tim. 1, 10. Los judíos la castigaban con la pena de muerte (Lev. 2013.). El Rom. 1, 26-27 Pablo lo llama pecado contra la naturaleza. En el mundo grecorromano era muy corriente.
Ya Septimio Severo admiraba a los cristianos (+ 211), cuando dice: Los cristianos observan una conducta intachable, digna de verdaderos filósofos, Vemos en efecto que desprecian la muerte y movidos por un cierto pudor, tienen horror a los actos de la carne. Existen incluso entre ellos varones y mujeres, que durante toda su vida se abstienen del acto conyugal.

5. Orden de las vírgenes

También en el pueblo judío había mujeres entregadas a Dios. Ana la profetisa no se `apartaba del templo, sirviendo a Dios de día y de noche con oraciones y sacrificios (Lc. 2, 3).
La existencia de un grupo de vírgenes existió en la Iglesia primitiva, siguiendo los consejos de San Pablo. Estas vírgenes vivían en sus casas, con sus padres y hacían una vida normal como las demás chicas de su ambiente. Tenían que ser modelos de pudor en su forma de vestir y en sus comportamientos. En alguna ocasión los Obispos se ven obligados a llamarles la atención por su forma de vestir. Estaban dedicadas al servicio de la Iglesia, especialmente a los pobres y viudas. Ayudaban a los Obispos en las tareas de evangelización y su papel, en aquellos grupos o iglesias domésticas, en las que ellas vivían, era muy activo e importante, como veremos posteriormente..
En los tres primeros siglos las vírgenes, que vivían en sus casas, no llevaban velo. Empezaron a ponérselo por la presión social, ya que la virginidad estaba muy mal vista en aquel ambiente. No se podía comprender que una mujer voluntariamente no se casara y guardara la virginidad. El mismo Tertuliano lo explica de esta manera curiosa: Que nadie mire con admiración tu rostro; que nadie haga sospechar tu astucia. Es una simulación muy laudable, la de juzgar a la mujer (virgen) casada. ¿No estás desposada con Cristo? Si Él manda que las prometidas de los otros lleven el velo con cuanta más razón lo han de llevar las propias desposadas (De Virginibus,( PL. 2, 912)
El rito de la Consagración o velación de vírgenes comienza hacia la mitad del siglo III.
No conocemos muy bien como se realizan los primeros ritos de consagración. En los formularios de Verona se entrega una túnica especial, el anillo, una corona y un velo. Todo ello es una transposición del ritual del matrimonio, como dice Tertuliano. Era el Obispo el encargado de ponérselo.

Conocemos la consagración de la hermana de San Ambrosio, Marcelina, que tuvo lugar en la Basílica de San Pedro y que fue oficiada por el Papa San Lino en el año 353.
San Ambrosio le recordaba este día a su hermana con estas hermosas palabras: Pues cuando el día del nacimiento del Señor hiciste tu profesión de virginidad en San Pedro, sellándola con el cambio de túnica, te dijo (el Papa): Hija mía, has elegido un buen matrimonio. Ya ves cuanta gente ha venido para celebrar el nacimiento de tu Esposo y nadie se marcha de aquí ayuno al participar en el banquete. Hoy te confiere el misterio verdadero de la virginidad.
San Cipriano (259) escribió un largo trabajo sobre el comportamiento de las vírgenes en la comunidad: Las vírgenes, dice, son la flor de la semilla de la Iglesia, gloria o ornamento de la gracia del Espíritu, familia alegre, obra entera e incorrupta de esperanza y honor, imagen de Dios, que responde a la santidad del Señor, porción muy ilustre de la grey de Cristo,.
En el siglo III un autor anónimo escribe una carta dirigida a los varones, que se entregan a la guarda de la castidad por el reino de los cielos y a todas las sagradas vírgenes.
La madre de San Ambrosio, Marcelina, había instituido un grupo de Vírgenes que vivían en su casa consagradas a Cristo
En los siglos IV y V aparece la consagración litúrgica de las vírgenes.
Se discute si hacían voto de castidad. En el Concilio de Elvira se habla de pactum virginitatis, cuyo significado es difícil de precisar.
H. Lecler lo niega al decir: “Hay que reconocer que la antigüedad cristiana no ha conocido en modo alguno los votos de las vírgenes consagradas a Dios durante los tres primeros siglos” (Vierge, DALCL, XV, 3095.
Parece ser que el voto empieza a hacerse en el siglo IV.
El Concilio de Cartago en el siglo IV establece la edad para la consagración: “Que las vírgenes no sean consagradas antes de cumplirlos 25 años” (MANSI XII, 581)
Se escriben muchos libros son la virginidad: San Ambrosio, san Jerónimo, Tertuliano.
Cuando se generaliza la consagración de vírgenes, empieza a nacer el monacato en sus múltiples formas. El Concilio de Cartago obliga a las vírgenes consagradas, que no tienen padres, a que entren en comunidades monásticas femeninas.
Con esta nueva estructura de vida consagrada y sobre todo, en la medida en que se ha roto la estructura de las iglesias domésticas y se pasa a la basílica y los templos, por la extensión del cristianismo, el papel de las vírgenes en el quehacer pastoral de aquellas comunidades pequeñas, empieza a desparecer y se entra en una nueva concepción de la vida ascética en comunidades contemplativas. La misma vida de los eremitas en el desierto se ve agitada por las nuevas concepciones.
Desaparecen definitivamente en el Concilio Lateranense II (1139), ya que se considera como una costumbre perniciosa, que sin vivir la vida monástica, según una regla aprobada, hubiera mujeres que quisieran ser tenidas como vírgenes.

El ordo virginum fue restituido por el Concilio Vaticano II en la
Constitución sobre la Liturgia Sacrosanctum Concilium, n. 80: Revísese el Rito de la Consagración de Vírgenes que forma parte del Pontifical Romano. El Código recoge la reforma en el can. 604.

6. El orden de las viudas

La institución de las viudas, como consecuencia del consejo anteriormente citado de Pablo va a tener un puesto muy importante en la iglesia primitiva. Las viudas se dedicaban a la caridad, a la oración, a la instrucción religiosa etc. Ya en la época de San Pablo parece ser que este grupo está constituido. Dice San Pablo: No sea elegida ninguna viuda de menos de sesenta años, mujer de un solo marido, recomendada por sus buenas obras, en la crianza de los hijos, en la hospitalidad con los peregrinos, en la lavar los pies a los santos, en socorrer a los atribulados y en la práctica de toda obra buena…(1 Tim. 5, 9-11)