domingo, 31 de agosto de 2008

MATRIMONIO XXI


XXI.- LA FAMILIA EN EL CONCILIO

el Vaticano II da una especial importancia a la misión del matrimonio y de la familia, con relación a la sociedad y la Iglesia.
1. Matrimonio y sociedad
El filósofo Shlegel decía; Si quieres tener una visión completa de la humanidad, mira a la familia.
El concilio Vaticano II ha dicho de la familia: “El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar..(GS.47)

El equilibrio de la persona está muy ligado al matrimonio. Una sociedad sana depende mucho de la Familia: La salvación de la persona así como de la sociedad humana y cristiana está íntimamente ligada con el bienestar de la comunidad matrimonial y familiar» (GS n. 47, 50-52).
La familia es el origen y fundamento de la sociedad humana. Es la célula vital y fundamental de la sociedad civil.
La familia no puede encerrarse sobre sí misma, ya que tiene que estar abierta tanto a la sociedad como a la Iglesia Así lo expresa el Concilio en Decreto sobre los laicos, n° 11: Como el creador de todas las cosas ha determinado la comunidad matrimonial como origen y fundamento de la sociedad humana y por medio de su gracia la ha convertido en un gran misterio en Cristo y en su Iglesia, el apostolado de los esposos y de la f. tiene una peculiar significación para la Iglesia, así como para la sociedad civil... La familia ha recibido de Dios la misión de ser la célula fundamental y vital de la sociedad.» «Por esta razón la familia no debe cerrarse en sí misma de una forma egoísta o temerosa, sino que tiene que influir dentro de la Iglesia y de la sociedad» (ibid.).
En los planes de Dios la sociedad es origen y el fundamento de la sociedad.[1] Así la familia, en la que las distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social, constituye el fundamento de la sociedad. (GS. 52).
La familia es la célula primera y vital de la sociedad. Es el santuario domestico de la Iglesia: [2]
La familia tiene que tener su casa abierta a todos, promover la justicia y tender la mano a los pobres y necesitados[3]

2. Los pastores y la familia
Los pastores deben prestar una especial atención a la familia en todos los ámbitos de su quehacer pastoral y ayudarla en sus necesidades. «Los sacerdotes deben recibir una formación conveniente sobre la cuestión de la familia., y, mediante una apropiada actividad pastoral, mediante la predicación de la palabra de Dios, por medio de la celebración de la liturgia y otros auxilios espirituales, deben fomentar la vocación de los consortes en su vida matrimonial y familiar, fortalecerlos humana y pacientemente en las dificultades, consolidarlos en el amor, para que surjan familias que influyan más allá de su propio ámbito.» :(GS. n° 52; Decreto sobre los laicos, n° 11)

3.- Igualdad entre el hombre y la mujer
El hombre y la mujer son iguales en dignidad. Por este motivo en el matrimonio debe estar presente el respeto y la colaboración de ambos en todos los planos, mediante el dialogo [4]
1. Características del amor en la familia

Este amor es fiel en el cuerpo y en el alma, indisoluble, y firme tanto en la prosperidad como la adversidad: Este amor ratificado por la mutua fidelidad y sobre todo por el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y, por tanto, queda excluido de èl todo adulterio y divorcio (GS. 49).[5]

La familia ayuda a sus componentes a descubrir el sentido de la vida y les apoya, en un clima de relación, unión y comunicación para entretejer entre ellos unos lazos de comprensión y confianza.[6].
En la familia debe haber un clima de relación y comunicación. Los esposos deben estar unidos: [7]
Los propios cónyuges, hechos a imagen de Dios vivo y constituidos en el verdadero orden de personas, vivan unidos, con el mismo cariño, modo de pensar idéntico y mutua santidad, para que, habiendo seguido a Cristo, principio de vida, en los gozos y sacrificios de su vocación por medio del amor fiel, sean testigos de este misterio de amor que el Señor con su muerte y resurrección reveló al mundo (GS. 52).
2. La oración familiar

Los padres y los hijos, por medio de la oración, y el diálogo, encontrarán el sentido humano de la vida y el camino de la santidad: [8]
En la oración los esposos descubren la firmeza de su amor, la magnanimidad del corazón y el espíritu del sacrificio: Por eso los esposos, vigorizados por la gracia para la vida de santidad, cultivarán la firmeza en el amor, la magnanimidad de corazón y el espíritu de sacrificio, pidiéndolos mutuamente en la oración. GS. 49

3. Sacramentalidad y amor

Gracias al sacramento del matrimonio, que es una imagen de la alianza del amor de Cristo a su iglesia, los esposos pueden descubrir más profundamente su amor, su apertura a la fecundidad. Y la felicidad mutua: el matrimonio, que es imagen y participación de la alianza del amor de Cristo y la Iglesia, manifestará a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya que por el amor, la generosa fecundidad, la unidad y la felicidad de los esposos, ya por la cooperación amorosa de todos los ,miembros.
7.La familia y los hijos
A los padres compete la educación religiosa de sus hijos: En cuanto a los esposos, ennoblecidos por la dignidad y la función de padre y de madre, realizarán concienzudamente el deber de la educación religiosa, que a ellos, sobre todo, compete. (GS. 48)
Los padres deben enseñar a sus hijos la grandeza y dignidad del amor y educarlos en la castidad: Hay que formar a los jóvenes, a tiempo y convenientemente, sobre la dignidad, función y ejercicio del amor conyugal, y esto preferentemente en el seno de la misma familia. Así educados en el culto de la castidad, podrán pasar, a la edad conveniente, de un honesto noviazgo al matrimonio. (GS. 49)
La procreación, la educación de la prole y el bien de los esposos son los fines del matrimonio: El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son sin duda el don mas excelente del matrimonio y contribuyen sobre manera al bien de los propios padres……El cultivo auténtico del amor conyugal y de toda la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza de espíritu en el amor del Creador y del Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia (GS. 49)
La presencia activa del padre contribuye a la educación de los hijos. La presencia de la madre, en especial, cuando éstos son menores, ayuda a su formación, sin perjuicio de la legítima promoción de ella: La activa presencia del padre contribuye sobremanera a la educación de los hijos; pero también debe asegurarse el cuidado de la madre en el hogar, que necesitan principalmente los hijos menores, sin dejar por ella a un lado la legítima promoción de la mujer.(GS. 52)
Los padres deben ayudar a sus hijos en la elección de su vocación: La educción de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la responsabilidad, seguir la vocación, aún la sagrada, y escoger estado de vida; y si éste es el matrimonio, puedan fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y económicas adecuadas (GS. 52).
Los padres tienen el deber de aconsejar a sus hijos en el momento de fundar una familia: Es propio de los padres y de los tutores guiar a los jóvenes con prudentes consejos, que ellos deben oír con gusto, al tratar de fundar una familia, evitando sin embargo, toda coacción directa o indirecta que les lleve a casarse o a elegir determinada persona.(GS. 52).
Los hijos tienen la obligación de ayudar a sus padres en las dificultades que encuentren en la vida y ayudarles en los momentos difíciles de la vejez: Los hijos como miembros vivos de la familia, contribuyen, a si manera, a la santificación de los padres. Pues con el agradecimiento, la piedad familiar, y la confianza corresponderán a los beneficios recibidos de sus padres y, como hijos, los asistirán en la dificultades de la existencia y en la soledad de la senectud (GS.48)
Los esposos cristianos son para si mismos, para sus hijos y demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Son para sus hijos los primeros predicadores y educadores de la fe; los forman con sus palabras y ejemplo para la vida cristiana y apostólica, les ayudan prudentemente a elegir su vocación, y forman con todo esmero la vocación sagrada cundo la descubren en los hijos (AA.11)
Siempre fue deber de los esposos, pero hoy constituye la parte más importante de su apostolado, manifestar y demostrar con su vida la indisolubilidad y santidad del matrimonio (AA.11)
8. La familia y la sociedad

Se apreciará el genuino amor conyugal y se formará una opinión pública sana acerca de él, si los esposos cristianos sobresalen con el testimonio de la fidelidad y armonía en el mutuo amor y en el cuidado de la educación de los hijos y si participan (GS. 49).
La familia debe trabajar en la necesaria renovación cultural, psicológica y social a favor del matrimonio y de la familia.(GS. 49) Por eso todos los que influyen en las comunidades y grupos sociales deben contribuir al progreso del matrimonio y de la familia.. El poder civil ha de considerar obligación suya sagrada, reconocer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y ayudarla, asegurar la moralidad pública y favorecer la prosperidad (GS. 52)
9. Colaboración con otros:

Los cristianos rescatando el tiempo presenete y distinguiendo lo eterno de la pasajero, promuevan con diligencia los bienes del matrimonio y de la familia como con la acción conjunta con los hombres de buena voluntad y de esta forma, suprimidas las dificultades, satisfarán las necesidades de la familia y las ventajas adecuadas a los tiempos. (GS. 52)
10. La labor de la ciencia:

Los científicos, principalmente los biólogos, los médicos, los sociólogos y los psicólogos, pueden contribuir mucho al bien del matrimonio y de la familia y a la paz de las conciencias si se esfuerzan por aclarar más fondo, con estudios convergentes, las diversas circunstancias favorables a la honesta ordenación de las procreación humana (GS.52).
11.-Asociaciones familiares:
Las diversas obras, especialmente la asociaciones familiares, pondrán todo el posible empeño e instruir a los jóvenes y a los cónyuges mismos, principalmente a los recién casados, en la doctrina y en la acción, y formarlos para la vida familiar, social y apostólica (GS. 52).
La viudez, continuidad de la vocación conyugal, aceptada con fortaleza de ánimo, será honrada por todos.
11. Paternidad responsable

La índole sexual del hombre y la facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de vida; por tanto, los mismos actos propios de la vida conyugal con la responsable trasmisión de la vida, la índole moral de la conducta no dependen solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino debe determinarse con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, que mantienen integro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el verdadero amor; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de a castidad conyugal. No es lícito a los hijos de la iglesia, fundados en estos principios ir por caminos que el magisterio, al explicar la ley divina, reprueba sobre la regulación de la natalidad.(GS. 51).

En el deber de trasmitir la vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como propia misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios creador y como sus intérpretes. Por eso, con responsabilidad humana y cristiana, cumplirán su misión y con dócil reverencia a Dios, se esforzarán ambos, de común acuerdo y de común esfuerzo para formarse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos y todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida tanto materiales como espirituales, y finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia iglesia. Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. En su modo de obrar los esposos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, la cual ha de ajustarse a la ley divina, dóciles al magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente la ley a la luz del evangelio. Dicha ley divina muestra el pleno sentido del amor conyugal, lo protege e impulsa a la perfección genuinamente humana del mismo.
12.La familia escuela de humanismo
13 Libertad en la procreación (52). Hay que salvaguardar el derecho de los padres a procrear y educar en el seno de la familia a los hijos.
14.Ayuda a los que no tienen familia (52)
Se debe proteger con legislación adecuada y diversas instituciones y ayudar de forma suficiente a aquellos que desgraciadamente carecen del bien de una familia propia.

15.Dimensiónsocial y eclesial
Con su gracia la convirtió en sacarmento grande en Crist y en la Iglesia(Ef.5, 32).Por ello el apostolado de los esposos y de as familias tiene singular importancia tanto para la Iglesia como para la sociedad civil aa 11
16.CAMPOS APOSTÓLICOS
Entre las diferentes obras de apostolado familiar pueden mencionarse las siguientes: adoptar como hijos a loa abandonados, acoger con benignidad a los forasteros, colaborar en la dirección de las escuelas. asistir a los jóvenes con consejos y ayudas económicas, ayudar a los novios a prepararse mejor para en matrimonio, colaborar en la catequesis, sostener a los esposos y a las familias que están en peligro material o moral, proveer a los ancianos no sólo de lo indispensable, sino también de los justos beneficios del desarrollo económico. AA. 11
17. Asociaciones
DEFENSOR DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA: Afirmar con valentía el derecho y obligación que los padres y tutores tienen de educar cristianamente a la prole; y defender la dignidad y legítima autonomía de la familia (AA. 11)
Para lograr con mayor facilidad los fines de su apostolado, puede resultar conveniente que las familias se reúnan en asociaciones (AA. 11)

17.cooperación con los demás
Cooperen, por tanto, los esposos y los demás cristianos con los hombres de buena voluntad para que se conserven incólumes estos derechos en la legislación civil; téngase en cuenta en el gobierno de la sociedad las necesidades familiares, en lo referente a la vivienda, educación, condiciones de trabajo, seguridad social e impuestos; póngase enteramente a salvo la convivencia doméstica de las emigraciones. (AA 11)

[1] El creador de mundo estableció la sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad humana.( AA. 11)
[2] La familia ha recibido directamente de Dios la misión de ser cédula primera y vital de la sociedad. Cumplirá esta misión, si, por la mutua piedad de sus miembros y la oración en común dirigida a Dios, se ofrece como santuario doméstico de la Iglesia; si la familia entera se incorpora al culto litúrgico de la iglesia; (AA.11.)

[3] Si, finalmente, la familia practica el ejercicio de la hospitalidad y promueve la justicia y demás obras buenas al servicio de todos los hermanos que padecen necesidad.AA.11

[4] El reconocimiento obligado de la Igual dignidad personal del hombre y de la mujer en el mutuo y pleno amor evidencia también claramente la unidad del matrimonio confirmada por el Señor. GS.49

[5] Este amor ratificado por la mutua fidelidad y sobre todo por el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y, por tanto, queda excluido de èl todo adulterio y divorcio. GS. 49

[6] Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión, se requieren un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa educación de los hijos. GS. 52

viernes, 15 de agosto de 2008

MATRIMONIO XX

XX. . EL MATRIMONIO EN EL DEBATE CONCILIAR
En el matrimonio terminan por consolidarse la mayor parte de las nuevas orientaciones de la teología preconciliar.
Vamos a intentar hacer un resumen de lo que nos dice el Concilio Vaticano II sobre el matrimonio. No nos ofrece una elaboración completa, orgánica y armónica sobre el matrimonio, pero hace un resumen de los últimos aportes de la teología de una forma dispersa. El Concilio Vaticano II no entra en cuestiones técnicas y jurídicas. Nos presenta una nueva concepción del matrimonio, partiendo de la filosofía personalista y de toda la tradición. (GS.x48-49).

El amor es la esencia y el núcleo ordenador del matrimonio cristiano. Del amor nacen todas las exigencias y compromisos del matrimonio como de su fuente: La unidad, la indisolubilidad, la fructuosidad etc.
De este amor nace el amor oblativo, y comunicativo en virtud del cual surge una relación de donación y aceptación de la persona, que se expande en todas las dimensiones del ser humano: espiritual, corporal, sensitivo, psicológico, sexual etc.
Gracias a ese encuentro relacional se instaura. como dice el Concilio, una comunidad de amor y de vida, que dinamiza el desarrollo personal y la felicidad de los cónyuges.
El Vaticano valora la sexualidad como un verdadero don, que expresa y realiza el amor (GS.49)
E Ritual del matrimonio en el número dos recoge este pensamiento: En efecto, llegada la plenitud de los tiempos, el matrimonio de los cristianos es por voluntad de Cristo el sacramento que actualiza y manifiesta de manera permanente, la unión inefable, el amor fidelísimo, y la entrega irrevocable de Jesucristo el esposo, a la iglesia su esposa (GS.48).

La unión entre Cristo y la iglesia no es una unión meramente ilustrativa, sino una realidad actual y fructífera.
El matrimonio queda incorporado a la historia salvífica (GS.48.50).
De una visión más bien jurídica del matrimonio se pasa a una visión más personalista, eclesiológica y mistérica (Gs. 48; RM. 52; 101).
El efecto o la gracia del sacramento actúa no sólo en el momento que se realiza (in fieri), sino que tiene un efecto permanente en la medida que se actualiza y es fuente de santificación. (LG. 11) RM. 48.

La vida matrimonial, con sus esfuerzos, tensiones, entregas es una liturgia permanente. (RM. 233).

La iglesia en pequeño se reproduce en la Iglesia doméstica que es el matrimonio (GS. 48; AA. 11; Lg. 11.41). Los sacramentos hacen la Iglesia y la iglesia hace los sacramentos
El Concilio expresamente no quiso establecer la jerarquía de los fines del matrimonio. Sólo se habla de que tiene varios fines. No aparece el remedio de la concupiscencia, del antiguo código, aunque está implícitamente contenido. Sólo se habla de ayuda mutua, pero no como fin. El amor tampoco se considera como fin del matrimonio, sino más bien como la fuente que alienta y estructura toda la vida matrimonial
El matrimonio se ordena por su índole natural a la procreación y educación de los hijos. Pero los hijos no son el único fin del matrimonio.
De una manera genérica dice que está dotado de varios bienes y fines. No enumera en concreto cuáles son estos fines, ni la jerarquía existente entre ellos (GS.48, 1). En otro sitio dice que el matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la prole y la educación de los hijos. Ellos son, sin duda, el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobre manera al bien de los propios padres (Gs.48, 1; 50, 1).1. Entre estos otros fines hay que poner el bien de los esposos

El Concilio no cambia la terminología tradicional, pero introduce unos nuevos términos que tienen una gran carga personalista y un significado idéntico La GS. habla de “comunidad familiar y conyugal” e Identifica al matrimonio como una comunidad de amor. (47)
En el número siguiente define al matrimonio como comunidad de vida y amor. Se usan al mismo tiempo estas expresiones totius vitae consuetudo et communio. Se habla de donación de dos personas, comunión de toda la vida y de la íntima unión de personas y obras. Expresiones que claramente vienen a expresar la concepción personalista del matrimonio y tiene el mismo contenido con pequeñas diferencias.
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No aparece el término romano consorcio para toda la vida, que es recogido en AA. 11, 1. No se habla de sociedad conyugal, ni del derecho al cuerpo, ni de sociedad para engendrar a los hijos

Paralelismo entre matrimonio y comunidad de amor.

Los comentaristas a la GS. observan que el amor conyugal es tan importante que muchos lo identifican con el matrimonio, o afirman que la misma comunidad de amor es el matrimonio.
El Concilio dice: Fundada por el Creador y en posesión de sus leyes la intima comunidad de vida y amor se establece mediante la alianza de los cónyuges, es decir, mediante el consentimiento personal e irrevocable (GS. 47).

En el número anterior se hablaba de esta comunidad de amor y de vida que se ha de favorecer y cultivar.
En la misma línea se encuentran otros textos: Por su misma índole natural, la misma institución matrimonial y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación de la prole. El matrimonio y el amor conyugal por su índole natural se ordenan a la procreación y educación de los hijos (GS. 5, 1).

De estos textos se deducen que el amor no es un fin del matrimonio, aunque los esposos se casen por amor Es un elemento constitutivo y esencial del matrimonio, ya que sin amor no puede existir en su origen.

Toda la estructura del matrimonio nace del amor conyugal. La misma sacramentalidad se asienta en el amor conyugal, ya que él que mueve al encuentro de dos personas. Sacramento y matrimonio son inseparables.

Del amor conyugal se derivan todos los derechos y deberes inherentes al matrimonio: La procreación y educación de los hijos. Los hijos son el fruto del amor de los padres. El acto conyugal es un acto de amor. El matrimonio de los estériles es válido.
La educación nace del amor y por el amor..

Propeidades esenciales del matrimonio.
El amor exige la fidelidad indisoluble y la unidad, es eterno y único. La sacramentalidad ratifica la indisolubildiad.
Valoración de la sexualidad.
El Concilio es muy claro al respecto y supera toda la tradición anterior: Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona, y, por lo tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elementos y señales específicas de la amistad conyugal. El Señor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y de la caridad…
Este amor se expresa y perfeccionar singularmente con la acción propia del matrimonio. Por ello los actos con los que los esposos se unen intima y castamente entre sí son honestos y dignos, y ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de gozosa gratitud.(49, 2)
Hay unas afirmaciones que pueden pasar desapercibidas a un lector poco versado en estas lides. El Concilio afirma que este amor es sanado, perfeccionado y elevado con el don especial de la gracia y de la caridad. De una manera implícita nos habla de la célebre discusión entre la escuela de Paris y de Bolonia, en virtud de la cual el matrimonio rato y consumado era indisoluble. Se perfecciona por esta relación interpersonal y la carne es sanada por la gracia sacramental. La consumación no queda reducida a algo puramente biológico, sino a una relación basada en el amor y como un acto que se realiza por amor. No es algo puramente genital, sino que abarca a toda la persona.
Esta expresión ha sido asumida en el can. 1061, 1 al hablar de la consumación del matrimonio de un modo humano.

En otro lugar se expresa la misma idea: La índole sexual del hombre y su facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de la vida; por tanto, los mismos actos propios de la vida conyugal, ordenados según la genuina dignidad humana, deben ser respetados con gran reverencia (51, 2)

El Concilio sigue intentando hacer comprender la doble dimensión: Amor y sacramento.

¿Cuál es la relación entre amor y sacramento?

En el n. 48 se expone primariamente la estructura natural del matrimonio y posteriormente expone la teología del sacramento. Se da mucha importancia al amor. El matrimonio en un plano terreno se presenta como una comunidad de vida y amor. El matrimonio se constituye por el pacto conyugal, que consiste en un consentimiento personal irrevocable. El consentimiento matrimonial es un acto humano en virtud del cual los esposos se dan y aceptan. De este acto nace (oritur) una institución en un plano humano, que no depende de la decisión humana, ya que Dios es el autor del matrimonio
Dos ingredientes entra a formar parte: El amor humano y el sacramento..
En su parte terrena por el matrimonio la especie humana no se termina, pero al mismo tiempo ayuda al provecho personal de cada miembro de la familia y de su suerte eterna, a la dignidad, estabilidad, paz y prosperidad de la familia y de toda la sociedad humana. En un plano natural el matrimonio y la familia están en la misma base de sociedad.

Por esta realidad que es el matrimonio: ya no son dos, sino un sola carne (Mt. 19, 6), se ayudan y se sostienen (mutuuum adiutorium), adquieren conciencia de su unidad.. Esta íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y su indisoluble unidad.

La otra cara de esta realidad terrena es la sacramentalidad. ( C48 2): Cristo nuestro Señor bendijo abundantemente es amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que está formado a semejanza de su unión con la Iglesia. Porque así como antiguamente Dios se adelantó a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, así ahora el Salvador de los hombres sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del matrimonio .Además permanece con ellos para que los esposos con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como él mismo amó a la iglesia y se entregó por ella.. El genuino amor conyugal es asumido por el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la acción salvadora de la Iglesia para conducir eficazmente a los cónyuges a Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la sublime misión de la paternidad y de la maternidad…
No se puede hacer un resumen más perfecto de la teología sacramental del matrimonio, de la que volveremos a hablar más detenidamente. El amor humano es asumido por el amor divino. El matrimonio, en cuanto sacramento, se enriquece gracias a la acción redentora de Cristo y los fortalece en el largo y difícil camino de la paternidad y maternidad.

El Concilio a continuación intenta explicarnos los aspectos más significativos de las gracia recibida en el sacramento: Están fortalecidos y como consagrados por un sacramento especial…Imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación y, por tanto conjuntamente, a la glorificación de Dios.

No quiere decir que imprima carácter como en el bautismo, sino que están como consagrados por la gracia del sacramento.

jueves, 14 de agosto de 2008